Un 2017 de categoría 5
Por: Abimael Castro Rivera
La temporada ciclónica del año 2017 dio inicio en abril con la formación temprana de la tormenta tropical Arlene, augurando así la gran actividad ciclónica que finalmente hizo zozobrar la región del Caribe. El periodo ciclónico retomó su actividad el 19 de junio, manteniendo su acción hasta el 9 de noviembre. La temporada culminó más activa de lo normal con la formación de 17 ciclones tropicales, de los cuales 10 fueron huracanes y de estos, 6 alcanzaron la clasificación de huracán intenso (categoría 3 o más). De los 6 huracanes intensos, 2 azotaron el Caribe: Irma y María; huracanes que resultaron en gran impacto en Puerto Rico.
La mañana del miércoles 30 de agosto el Centro Nacional de Huracanes (CNH) anunció la formación de la tormenta tropical Irma, con vientos de 50 mph. El sistema tuvo un desarrollo muy rápido, en la longitud 30.3ºO y latitud 16.4ºN, lo que produjo la evolución súbita de onda a tormenta. A pesar de estar ubicada muy distante, y en una latitud poco favorable de presentar amenaza al Caribe, un sistema de alta presión influyó en su trayectoria hacia el oeste-suroeste a través de su curso. Además, las condiciones meteorológicas estaban óptimas para el desarrollo de un sistema mayor y de rápida intensificación: los vientos cortantes eran débiles y la presencia de aire seco estuvo limitada.
A las 5:00 a.m. del jueves 31 ya el sistema estaba próximo a alcanzar la clasificación de huracán, con vientos de 70 mph; seis horas más tarde el CNH reportó vientos máximos sostenidos de 100 mph, un huracán categoría 2. A las 5:00 p.m. Irma ya era categoría 3, con vientos de 115 mph. Para ese entonces no había boletines de alerta para ningún territorio. Fue a las 5:00 p.m. del domingo 3 de septiembre cuando se emitieron las primeras alertas para las Islas de Sotavento. El sistema tuvo fluctuaciones en su intensidad ―entre las categorías 2 y 3― hasta que finalmente cobró fuerzas a partir del lunes en la tarde. En ese entonces alcanzó la categoría 4, ubicándose a unas 35 millas al noreste de Martinica y a 45 millas al este-sureste de Dominica, zonas que estaban bajo aviso de huracán al igual que las islas entre Anguila y Montserrat. El campo de vientos de huracán se extendía a unas 40 millas del centro y con fuerza de tormenta a 140 millas. Así pues, la isla de Guadalupe estaba bajo un aviso de tormenta. En el boletín emitido a las 5:00 p.m. ya el CNH había emitido una vigilancia de huracán para Puerto Rico y las islas municipio de Vieques y Culebra; vigilancia que además incluyó a la Islas Vírgenes Americanas y Británicas. Dicho aviso de vigilancia fue sustituido por un aviso de huracán a las 11:00 p.m.
La mañana siguiente, Irma se había convertido en un poderoso huracán categoría 5, con vientos de 175 mph. El pronóstico sugería una intensificación adicional, tal cual ocurrió. Fue a las 2:00 a.m. del miércoles, 6 de septiembre que el ojo del huracán cruzó y destrozó a la isla de Barbuda con vientos de 185 mph. En ese entonces, su campo de vientos de huracán se extendió a 50 millas de su centro y a 175 millas con fuerza de tormenta. Por esta razón, se emitió un aviso de tormenta para la mitad este de República Dominicana y porciones de Haití. En el caso de Puerto Rico se pronosticaba un paso cercano al noreste de la isla esa misma tarde: el radio de vientos huracanados estaría sintiéndose en las islas municipios y en la costa norte y noreste, mientras que el resto del país sentiría vientos con fuerza de tormenta.
Precisamente, a las 4:00 p.m., el Servicio Nacional de Meteorología en San Juan registró una lectura de 88 mph en Culebra, con ráfagas de 111 mph. A las 7:00 p.m. el ojo de Irma pasaba a unas 45 millas de San Juan, con vientos de 185 mph. Las medidas de vientos fueron de 63 mph en San Juan y de 51 mph en Vieques. Ya en la madrugada del jueves el sistema se alejaba de Puerto Rico, luego de producir vientos de tormenta en toda la isla y entre 1 y 14 pulgadas de precipitación, según estimados del Servicio Nacional de Meteorología. Las acumulaciones más altas tuvieron lugar en la zona central, entre Orocovis, Corozal y Barranquitas, con 10”, y en los alrededores de El Yunque con poco más de 14”. Por otro lado, la marejada ciclónica estuvo en el orden de 2 a 6 pies, los más altos en las costas norte y noreste.
Pese a que su ojo no afectó de forma directa a Puerto Rico, la intensidad y extensión de Irma eran suficiente como para causar destrucción a su alrededor. Los daños a la infraestructura fueron estimados en sobre $600 millones, mientras que la agricultura sufrió cerca de $31 millones en pérdidas. Cerca de 1 millón de abonados (70%) de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) quedaron sin el servicio, mientras que alrededor de 221,000 abonados de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) se vieron afectados. Las instituciones hospitalarias también experimentaron interrupciones parciales en sus servicios: alrededor de 30 hospitales estuvieron en funcionamiento utilizando generadores eléctricos.
Ciertamente, la zona noreste e islas municipio sufrieron el mayor embate; no obstante, las islas vecinas como San Martin, Anguila, Barbuda y Virgen Gorda sufrieron el embate catastrófico de Irma. Estas islas quedaron devastadas casi en su totalidad. Para ayudar a los damnificados, el Gobierno de Puerto Rico dio la mano para transportar personas con problemas de salud. Fue así como cerca de media centena de extranjeros llegaron a nuestra isla para recibir servicios médicos. La República Dominicana también sintió el paso de Irma, al noreste, el jueves 7 de septiembre con vientos de 180 mph. En ese entonces, el CNH emitía boletines para Las Bahamas, Florida y Cuba. El viernes 8 el sistema se mantenía al sur de Las Bahamas.
El ojo del poderoso huracán volvió a tocar tierra en la madrugada del sábado 9 de septiembre en el Archipiélago de Camagüey, Cuba, con vientos de 160 mph. Posterior a este azote, perdió fuerzas y se degradó a categoría 4. El domingo, a las 9:10 a.m. impactó directamente al Cayo Cudjoe, Florida. Vuelve a hacer entrada a las 3:35 p.m. en la isla Marco, al suroeste de la Península de Florida con vientos de 115 mph (categoría 3). A las 8:00 a.m. del lunes el sistema fue degradado a tormenta, en el estado de Georgia. Sin embargo, su campo de vientos era tan extenso que produjo efectos entre Alabama y el sur de Carolina del Norte. Finalmente se disipó en la mañana del martes 12 de septiembre. En total, el CNH emitió 52 boletines.
En Puerto Rico, se reportaron alrededor de 4 muertes, de manera indirecta, por el paso de Irma. Estas fueron asociadas a caídas, complicaciones cardiacas, accidente en vías de tránsito parcialmente obstruidas por escombros y un caso de una persona electrocutada. Una vez finalizada la emergencia, 12 pueblos fueron declarados zona de desastre: Adjuntas, Canóvanas, Carolina, Culebra, Guaynabo, Juncos, Loíza, Luquillo, Orocovis, Patillas, Utuado y Vieques.
Dos semanas más tarde, Puerto Rico volvió a estar bajo amenaza de un ciclón: otro poderoso huracán se acercaba a nuestro archipiélago. La preocupación por su intensidad era indescriptible, sobre todo, ante un sistema eléctrico débil y de estructuras deterioradas; situaciones de vulnerabilidad constatadas por el paso reciente y muy cercano de Irma.
La pesadilla comenzó durante el período del 10 al 16 de septiembre de 2017. En ese entonces el CNH observaba la evolución de dos ondas tropicales. El jueves 14 la agencia localizó a una baja presión con sospecha ciclónica cerca de la longitud 30ºO y a otra, recién originada de África, cerca de la longitud 15ºO. De estas, la que se ubicaba en la longitud 30ºO era la que representaba una amenaza para la región del Caribe, en un período mayor a 5 días. Precisamente, el sábado 16 a las 11:00 a.m., el CNH clasificó a este sistema como el “ciclón potencial #15”, un nuevo producto de la agencia que tiene el propósito de promover la preparación temprana. Para ese entonces el sistema se ubicaba a unas 755 millas al este-sureste de las Antillas Menores y se procede a emitir el boletín #1, el cual incluyó una vigilancia de tormenta para las islas desde Santa Lucía hasta Guadalupe. Puerto Rico estaba en el cono de probabilidad, indicando el posible arribo de un huracán categoría 1 para el jueves de la siguiente semana.
Tres horas más tarde del primer boletín, el sistema fue clasificado como la depresión tropical #15, añadiéndose Barbados, San Vicente y Granada a la lista de islas bajo vigilancia de tormenta. A las 5:00 p.m., la agencia nombró al ciclón como la tormenta tropical María, ya con vientos de 50 mph y con un pronóstico de rápida intensificación hasta huracán mayor en ruta a Puerto Rico. El domingo en la tarde María ya se había convertido en huracán con vientos de 75 mph, con un radio de vientos huracanados que se extendían a 15 millas de su centro y los de fuerza de tormenta a unas 105 millas. Esto requirió una vigilancia de huracán desde San Kitts hasta Barbuda y un aviso de huracán entre Martinica y Guadalupe. Para ese entonces las Islas Vírgenes Americanas estaban también bajo vigilancia. No fue hasta el lunes que Puerto Rico entró a la lista de alertas; esto, a pesar de que siempre fue mencionado en las discusiones del CNH ya que indicaban la alta posibilidad de un azote directo del sistema. De hecho, los fenómenos que se habían formado en el transcurso de la temporada estuvieron localizados al sur del Caribe o hacia el noreste; por lo que, María estaría moviéndose sobre aguas muy cálidas lo cual favorecería una intensificación significativa, tras la ausencia de fenómenos previos en la zona. Además, para ese entonces no había vientos cortantes o polvo del Sahara que limitaran su desarrollo. Ante este escenario, la certidumbre del pronóstico de azote directo era alta, si le añadimos el consenso de los modelos meteorológicos.
Así fue cómo María adquirió fuerza de huracán categoría 5, con vientos de 160 mph. Azotó a Dominica el lunes 18 de septiembre a las 9:15 p.m. Tras su paso por las aguas cálidas del Caribe, logró ganar fuerza con vientos de 175 mph, hasta las 1:00 a.m. del miércoles 20 de septiembre, día que Puerto Rico estaría recibiendo su azote. Su máximo en intensidad produjo un proceso de reestructuración del ojo justo en nuestra área. Esto permitió que tuviera un debilitamiento gradual, disminuyendo su velocidad de vientos sostenidos unas 20 millas y entrando a las 6:15 a.m. por el municipio de Yabucoa con vientos de 155 mph (categoría 4). Pese a este ligero debilitamiento, los cazadores de tormentas, Josh Morgerman (iCyclone) y José M. García, lograron registrar unas lecturas de presión atmosférica 926.6 mb y 929.4 mb, siendo este el récord de presión atmosférica actual, valores que superaron los registros del huracán San Felipe II en el 1928 (931 mb).
Desde el momento de su entrada, quedamos sin servicio del radar Doppler y las herramientas de medidas meteorológicas colapsaron. Los informes oficiales del Servicio Nacional de Meteorología en San Juan indican vientos máximos registrados en el orden de 45 mph a 81 mph, con ráfagas entre 63 mph y 118 mph, cuyos máximos se observaron en Yabucoa, Fajardo y Arecibo. Las lecturas más bajas fueron en el oeste, entre Cabo Rojo y Mayagüez. María salió entre Quebradillas e Isabela a las 2:00 p.m. del miércoles. Aun cuando la trayectoria de su ojo fue de unas 8 horas, el evento de vientos huracanados tuvo una duración aproximada de 12 horas mientras el campo de vientos se retiraba de la zona. Respecto a la precipitación, hubo acumulaciones en el orden de 5” a 37”, siendo el máximo registrado fue en Caguas (37.9”). Por otra parte, la marejada ciclónica estuvo en el orden de 1 a 5 pies, las más significativas en la zona que recibió la entrada del ciclón.
Sin lugar a duda, la devastación causada por María en Puerto Rico fue catastrófica; no hubo un solo rincón de la isla que no sintiera su furia. Los daños trascienden lo estructural: trastocaron la salud emocional de todos los boricuas, dentro y fuera del país. Además de la carencia de los servicios básicos como el agua y la electricidad, el colapso de las telecomunicaciones ―y la falta de comunicación ocasionada― generó un caos nunca visto. Puerto Rico estuvo a obscuras, de norte a sur y de este a oeste, durante el azote y las semanas y meses subsiguientes. Todavía en diciembre, la mitad de la isla carecía de este servicio, incluso desde el paso de Irma. Fueron unas festividades empañadas y a oscuras que permanecerán grabadas en la memoria de los puertorriqueños. No fue hasta agosto de 2018 que se energizó a los últimos sectores sin el servicio. ¡Fueron 11 meses sin luz en algunos lugares de la isla!
Si bien la falta de servicios generó preocupación y desestabilización generalizada, el desconocer el estado de los familiares y amigos más cercanos, tanto dentro como fuera de la isla, también generó gran angustia y ansiedad. Tristeza y desesperación eran también sentidas al escuchar las situaciones que personal de manejo de emergencias, los gobiernos municipales y los ciudadanos tenían que asistir. Algunas de esas historias orales describieron cómo ciudadanos de Orocovis, por ejemplo, cargaron con un cadáver por varios días, también de muchos otros que tuvieron que enterrarlos en los patios de su casa. Otras experiencias desgarradoras se vivieron en lugares como Toa Baja, cuando el Río La Plata inundó sin previo aviso a las comunidades del casco urbano; en Vega Baja, en la comunidad Los Naranjos, la gente tuvo que ser rescatada por la crecida de un caño. Estos subieron a los techos y alumbraron al cielo para pedir ayuda. Por otra parte, en Utuado ocurrieron un sinnúmero de deslizamientos de tierra, los más significativos dejaron incomunicado a ese municipio. En el caso de sectores como Mameyes, Limón y Caonillas, los suministros eran transportados por aire o en una línea improvisada, con un “carrito” de compras. Estas historias constituyen solo un pequeño ejemplo lo que el país sufrió; muchas historias quedan por contarse y documentarse.
Otro de los datos que aún no ha sido esclarecido a un año del huracán María, es el número de muertes a raíz de su paso. Inicialmente, el Gobierno había informado sobre 58 muertes asociadas al huracán, luego aumentó el número a 64. Sin embargo, grandes empresas de comunicaciones como CNN indicaron que “la cifra real de muertes por el huracán María en Puerto Rico puede ser más de ocho veces mayor que la cifra dada por el gobierno de la isla”, de acuerdo con dos demógrafos que realizaron una evaluación estadística del número de muertes oficial. En dicho análisis, Alexis Santos, director de estudios de posgrado en Demografía Aplicada en la Universidad Estatal de Pensilvania, y Jeffrey Howard, demógrafo y epidemiólogo del Departamento de Defensa de Estados Unidos, indican que más de 518 personas murieron en Puerto Rico en septiembre de 2017, el mes del huracán María. El número es una cifra aproximada, pero está corroborado, aseguró Howard, por una encuesta de CNN publicada recientemente sobre 112 funerarias en Puerto Rico. Como parte de esa encuesta, el personal de la funeraria le dijo a CNN que vieron 499 muertes en el mes posterior al huracán (del 20 de septiembre al 19 de octubre) que afirman están relacionadas con el ciclón y sus consecuencias. "Estos números son muy similares y eso me lleva a pensar que hay algo detrás de todo esto", señaló el experto.
A 10 meses del huracán, el Gobierno de Puerto Rico reconoció que la cifra de muertes pudo haber ascendido a más de 1,400. Estos datos están relacionados al informe preliminar Transformation and Innovation in the Wake of Devastation: An Economic and Disaster Recovery Plan for Puerto Rico, trabajado en Estados Unidos y publicado en julio de 2018. A 11 meses, un nuevo estudio fue publicado: Ascertainment of the estimated excess mortality from Hurricane María in Puerto Rico. En este informe, el cual surge de una colaboración de la Universidad de Puerto Rico y The George Washington University, se estimó que cerca de 2,975 personas fallecieron tras el impacto del huracán María. Días después de esta publicación, el Gobernador reconoció que falló “como todo ser humano”. No hay duda de que una muerte es igual de lamentable que cientos o miles de ella, pero los altos oficiales del Gobierno no han querido investigar a fondo esta cifra. El pueblo está consciente de que ese número es mayor, aunque a diferentes personas, como el Presidente de Estados Unidos, nunca les pareciese relevante.
Hacían varios años que un presidente estadounidense no pisaba suelo boricua para fines asociados a la ocurrencia de una catástrofe. No obstante, y a raíz de la emergencia vivida en la isla a causa del huracán María, Donald Trump llegó a Puerto Rico el martes, 3 de octubre. Su visita se limitó a menos de 5 horas, y aunque se tenía mucha expectativa, este se mantuvo en urbanizaciones pudientes de la zona Metropolitana. El Presidente no mostró sensibilidad alguna ante la devastación en la isla. Incluso, llegó a decir que no había ocurrido una catástrofe “real”, comparando el evento con el huracán Katrina, en los estados del Golfo en el 2005: “If you look at the — every death is a horror, but if you look at a real catastrophe like Katrina and you look at the tremendous hundreds and hundreds of people that died and what happened here with a storm that was just totally overbearing... No one has ever seen anything like that... What is your death count?" De igual forma, y en varias ocasiones, ha mencionado que la isla ha sido un gran gasto para el presupuesto de la nación americana: “I hate to tell you, Puerto Rico, but you threw our budget a little out of whack because we spend a lot of money on Puerto Rico…”. Durante su visita, Trump sostuvo una reunión con menos de una séptima parte de los alcaldes; luego fue hasta un centro de acopio donde arrojó papel toalla a los damnificados. El evento quedó grabado, la foto recorrió el mundo y fue de gran dolor y repudio local e internacionalmente. No se puede dejar a un lado, además, la discusión suscitada entre el Presidente y Carmen Yulín Cruz, Alcaldesa de San Juan, ante el reclamo de esta por la falta de acción del Gobierno federal.
En términos económico, informes preliminares indican que María generó pérdidas que ascienden los $90 billones. La firma de consultoría Estudios Técnicos Inc., mencionó que los daños ocasionados por el huracán María en Puerto Rico se estiman en $1.6 billones a las infraestructuras eléctricas y de $567 millones a las telecomunicaciones. Con el fin de remediar temporeramente la falta de comunicación, la compañía Google lanzó unos globos para suplir señal a cientos clientes sin servicio de telefonía. Por otra parte, una corporación dedicada al modelaje o proyección de catástrofes, AIR Worldwide, estimó que los daños estimados en el Caribe a raíz del huracán María estarían entre $40 y $85 billones, siendo los daños en Puerto Rico un 85% de todas las pérdidas en la región caribeña.
La agricultura, sin duda alguna, se vio gravemente afectada. En este sector se estiman los daños en $2 billones, siendo el cultivo de plátanos, guineos y café los más afectados. Por otro lado, la crianza de pollos y vacas también sufrieron el embate del huracán, con la muerte del 60% de las aves y unas 5,000 cabezas de vacuno lechero. El presidente de la Asociación de Agricultores, Héctor I. Cordero, mencionó que el ganado porcino se vio menos afectado debido a que se trata de animales que permanecen en lugares cercados, lo que permitió mayor sobrevivencia. Poniendo en perspectiva que el 85% de los alimentos que se consumen en la isla vienen del extranjero, Cordero señaló que “regresar al 15 % de la producción de alimentos que teníamos antes tardará 5 años".
Otra cifra desconcertante, y que, lamentablemente tiende a pasar desapercibida luego de un desastre, es el aumento considerable en los casos de suicidios a raíz de dichos eventos. En el caso de María, se infiere que la falta de energía eléctrica, el desempleo ante el cierre de compañías y la situación emocional a raíz del paso del huracán han triplicado los casos. Según un informe de la Comisión de Salud, miles de personas se comunicaron a una línea telefónica de ayuda, admitiendo que habían tratado de quitarse la vida. La comisión señala que el 38% de los casos reportados en 2017 ocurrieron durante los últimos cuatro meses del año, coincidiendo con el evento.
La devastación de María también trajo como secuela el éxodo de puertorriqueños hacia los Estados Unidos. La organización Liberty Street Economics y el Gobierno local estimaron que alrededor de 175,000 personas se fueron permanentemente del país tras el paso de los huracanes Irma y María. Esto representa cerca de un 4% de la población. Entretanto, los datos sobre el movimiento de pasajeros reflejan que durante los meses de septiembre y octubre salieron cerca de 125,000 personas más de las que llegaron durante ese mismo periodo en el 2016. El informe también reflejó que hubo un descenso de un 15% en los empleos, lo cual es de gran impacto a la economía local. Por otra parte, un estudio del Centro para Estudios Puertorriqueños de Hunter College estima que luego del huracán, entre 2017 y 2019, la población de la isla puede disminuir cerca de 470,000; sobre todo reflejando un aumento de la población puertorriqueña hacia el estado de Florida. Estos tres estimados sugieren que Puerto Rico perdió, o podrá perder, entre hasta un 14% de su población actual en un periodo de dos años a partir del huracán María.
Al momento de finalizar este escrito, cerca de un año del paso del huracán María, Puerto Rico aún se encuentra en proceso de recuperación, y así estará por mucho tiempo. Las cifras presentadas en este resumen son preliminares, y se irán esclareciéndose con estudios más completos. De lo que no hay duda es que el azote de María marcó la vida de todos los puertorriqueños y puertorriqueñas y será un hito en nuestro historial ciclónico. María constituye para la isla el huracán más destructivo desde el 1932 y el 5to más costoso a nivel de los Estados Unidos. Tras despedirse de Puerto Rico, María dejó condiciones de tormenta en el noreste de República Dominicana el jueves 21 de septiembre. Posteriormente, el martes 26 y el miércoles 27, afectó a Carolina del Norte, también de manera indirecta y sin causar mayores impactos. A partir de ese entonces, se movió sobre las aguas frías del Atlántico sin amenazar territorio alguno y perdiendo fuerza gradualmente hasta que se convirtió en un sistema extra-tropical, el 30 de septiembre, en el noreste del Atlántico.
La mañana del miércoles 30 de agosto el Centro Nacional de Huracanes (CNH) anunció la formación de la tormenta tropical Irma, con vientos de 50 mph. El sistema tuvo un desarrollo muy rápido, en la longitud 30.3ºO y latitud 16.4ºN, lo que produjo la evolución súbita de onda a tormenta. A pesar de estar ubicada muy distante, y en una latitud poco favorable de presentar amenaza al Caribe, un sistema de alta presión influyó en su trayectoria hacia el oeste-suroeste a través de su curso. Además, las condiciones meteorológicas estaban óptimas para el desarrollo de un sistema mayor y de rápida intensificación: los vientos cortantes eran débiles y la presencia de aire seco estuvo limitada.
A las 5:00 a.m. del jueves 31 ya el sistema estaba próximo a alcanzar la clasificación de huracán, con vientos de 70 mph; seis horas más tarde el CNH reportó vientos máximos sostenidos de 100 mph, un huracán categoría 2. A las 5:00 p.m. Irma ya era categoría 3, con vientos de 115 mph. Para ese entonces no había boletines de alerta para ningún territorio. Fue a las 5:00 p.m. del domingo 3 de septiembre cuando se emitieron las primeras alertas para las Islas de Sotavento. El sistema tuvo fluctuaciones en su intensidad ―entre las categorías 2 y 3― hasta que finalmente cobró fuerzas a partir del lunes en la tarde. En ese entonces alcanzó la categoría 4, ubicándose a unas 35 millas al noreste de Martinica y a 45 millas al este-sureste de Dominica, zonas que estaban bajo aviso de huracán al igual que las islas entre Anguila y Montserrat. El campo de vientos de huracán se extendía a unas 40 millas del centro y con fuerza de tormenta a 140 millas. Así pues, la isla de Guadalupe estaba bajo un aviso de tormenta. En el boletín emitido a las 5:00 p.m. ya el CNH había emitido una vigilancia de huracán para Puerto Rico y las islas municipio de Vieques y Culebra; vigilancia que además incluyó a la Islas Vírgenes Americanas y Británicas. Dicho aviso de vigilancia fue sustituido por un aviso de huracán a las 11:00 p.m.
La mañana siguiente, Irma se había convertido en un poderoso huracán categoría 5, con vientos de 175 mph. El pronóstico sugería una intensificación adicional, tal cual ocurrió. Fue a las 2:00 a.m. del miércoles, 6 de septiembre que el ojo del huracán cruzó y destrozó a la isla de Barbuda con vientos de 185 mph. En ese entonces, su campo de vientos de huracán se extendió a 50 millas de su centro y a 175 millas con fuerza de tormenta. Por esta razón, se emitió un aviso de tormenta para la mitad este de República Dominicana y porciones de Haití. En el caso de Puerto Rico se pronosticaba un paso cercano al noreste de la isla esa misma tarde: el radio de vientos huracanados estaría sintiéndose en las islas municipios y en la costa norte y noreste, mientras que el resto del país sentiría vientos con fuerza de tormenta.
Precisamente, a las 4:00 p.m., el Servicio Nacional de Meteorología en San Juan registró una lectura de 88 mph en Culebra, con ráfagas de 111 mph. A las 7:00 p.m. el ojo de Irma pasaba a unas 45 millas de San Juan, con vientos de 185 mph. Las medidas de vientos fueron de 63 mph en San Juan y de 51 mph en Vieques. Ya en la madrugada del jueves el sistema se alejaba de Puerto Rico, luego de producir vientos de tormenta en toda la isla y entre 1 y 14 pulgadas de precipitación, según estimados del Servicio Nacional de Meteorología. Las acumulaciones más altas tuvieron lugar en la zona central, entre Orocovis, Corozal y Barranquitas, con 10”, y en los alrededores de El Yunque con poco más de 14”. Por otro lado, la marejada ciclónica estuvo en el orden de 2 a 6 pies, los más altos en las costas norte y noreste.
Pese a que su ojo no afectó de forma directa a Puerto Rico, la intensidad y extensión de Irma eran suficiente como para causar destrucción a su alrededor. Los daños a la infraestructura fueron estimados en sobre $600 millones, mientras que la agricultura sufrió cerca de $31 millones en pérdidas. Cerca de 1 millón de abonados (70%) de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) quedaron sin el servicio, mientras que alrededor de 221,000 abonados de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) se vieron afectados. Las instituciones hospitalarias también experimentaron interrupciones parciales en sus servicios: alrededor de 30 hospitales estuvieron en funcionamiento utilizando generadores eléctricos.
Ciertamente, la zona noreste e islas municipio sufrieron el mayor embate; no obstante, las islas vecinas como San Martin, Anguila, Barbuda y Virgen Gorda sufrieron el embate catastrófico de Irma. Estas islas quedaron devastadas casi en su totalidad. Para ayudar a los damnificados, el Gobierno de Puerto Rico dio la mano para transportar personas con problemas de salud. Fue así como cerca de media centena de extranjeros llegaron a nuestra isla para recibir servicios médicos. La República Dominicana también sintió el paso de Irma, al noreste, el jueves 7 de septiembre con vientos de 180 mph. En ese entonces, el CNH emitía boletines para Las Bahamas, Florida y Cuba. El viernes 8 el sistema se mantenía al sur de Las Bahamas.
El ojo del poderoso huracán volvió a tocar tierra en la madrugada del sábado 9 de septiembre en el Archipiélago de Camagüey, Cuba, con vientos de 160 mph. Posterior a este azote, perdió fuerzas y se degradó a categoría 4. El domingo, a las 9:10 a.m. impactó directamente al Cayo Cudjoe, Florida. Vuelve a hacer entrada a las 3:35 p.m. en la isla Marco, al suroeste de la Península de Florida con vientos de 115 mph (categoría 3). A las 8:00 a.m. del lunes el sistema fue degradado a tormenta, en el estado de Georgia. Sin embargo, su campo de vientos era tan extenso que produjo efectos entre Alabama y el sur de Carolina del Norte. Finalmente se disipó en la mañana del martes 12 de septiembre. En total, el CNH emitió 52 boletines.
En Puerto Rico, se reportaron alrededor de 4 muertes, de manera indirecta, por el paso de Irma. Estas fueron asociadas a caídas, complicaciones cardiacas, accidente en vías de tránsito parcialmente obstruidas por escombros y un caso de una persona electrocutada. Una vez finalizada la emergencia, 12 pueblos fueron declarados zona de desastre: Adjuntas, Canóvanas, Carolina, Culebra, Guaynabo, Juncos, Loíza, Luquillo, Orocovis, Patillas, Utuado y Vieques.
Dos semanas más tarde, Puerto Rico volvió a estar bajo amenaza de un ciclón: otro poderoso huracán se acercaba a nuestro archipiélago. La preocupación por su intensidad era indescriptible, sobre todo, ante un sistema eléctrico débil y de estructuras deterioradas; situaciones de vulnerabilidad constatadas por el paso reciente y muy cercano de Irma.
La pesadilla comenzó durante el período del 10 al 16 de septiembre de 2017. En ese entonces el CNH observaba la evolución de dos ondas tropicales. El jueves 14 la agencia localizó a una baja presión con sospecha ciclónica cerca de la longitud 30ºO y a otra, recién originada de África, cerca de la longitud 15ºO. De estas, la que se ubicaba en la longitud 30ºO era la que representaba una amenaza para la región del Caribe, en un período mayor a 5 días. Precisamente, el sábado 16 a las 11:00 a.m., el CNH clasificó a este sistema como el “ciclón potencial #15”, un nuevo producto de la agencia que tiene el propósito de promover la preparación temprana. Para ese entonces el sistema se ubicaba a unas 755 millas al este-sureste de las Antillas Menores y se procede a emitir el boletín #1, el cual incluyó una vigilancia de tormenta para las islas desde Santa Lucía hasta Guadalupe. Puerto Rico estaba en el cono de probabilidad, indicando el posible arribo de un huracán categoría 1 para el jueves de la siguiente semana.
Tres horas más tarde del primer boletín, el sistema fue clasificado como la depresión tropical #15, añadiéndose Barbados, San Vicente y Granada a la lista de islas bajo vigilancia de tormenta. A las 5:00 p.m., la agencia nombró al ciclón como la tormenta tropical María, ya con vientos de 50 mph y con un pronóstico de rápida intensificación hasta huracán mayor en ruta a Puerto Rico. El domingo en la tarde María ya se había convertido en huracán con vientos de 75 mph, con un radio de vientos huracanados que se extendían a 15 millas de su centro y los de fuerza de tormenta a unas 105 millas. Esto requirió una vigilancia de huracán desde San Kitts hasta Barbuda y un aviso de huracán entre Martinica y Guadalupe. Para ese entonces las Islas Vírgenes Americanas estaban también bajo vigilancia. No fue hasta el lunes que Puerto Rico entró a la lista de alertas; esto, a pesar de que siempre fue mencionado en las discusiones del CNH ya que indicaban la alta posibilidad de un azote directo del sistema. De hecho, los fenómenos que se habían formado en el transcurso de la temporada estuvieron localizados al sur del Caribe o hacia el noreste; por lo que, María estaría moviéndose sobre aguas muy cálidas lo cual favorecería una intensificación significativa, tras la ausencia de fenómenos previos en la zona. Además, para ese entonces no había vientos cortantes o polvo del Sahara que limitaran su desarrollo. Ante este escenario, la certidumbre del pronóstico de azote directo era alta, si le añadimos el consenso de los modelos meteorológicos.
Así fue cómo María adquirió fuerza de huracán categoría 5, con vientos de 160 mph. Azotó a Dominica el lunes 18 de septiembre a las 9:15 p.m. Tras su paso por las aguas cálidas del Caribe, logró ganar fuerza con vientos de 175 mph, hasta las 1:00 a.m. del miércoles 20 de septiembre, día que Puerto Rico estaría recibiendo su azote. Su máximo en intensidad produjo un proceso de reestructuración del ojo justo en nuestra área. Esto permitió que tuviera un debilitamiento gradual, disminuyendo su velocidad de vientos sostenidos unas 20 millas y entrando a las 6:15 a.m. por el municipio de Yabucoa con vientos de 155 mph (categoría 4). Pese a este ligero debilitamiento, los cazadores de tormentas, Josh Morgerman (iCyclone) y José M. García, lograron registrar unas lecturas de presión atmosférica 926.6 mb y 929.4 mb, siendo este el récord de presión atmosférica actual, valores que superaron los registros del huracán San Felipe II en el 1928 (931 mb).
Desde el momento de su entrada, quedamos sin servicio del radar Doppler y las herramientas de medidas meteorológicas colapsaron. Los informes oficiales del Servicio Nacional de Meteorología en San Juan indican vientos máximos registrados en el orden de 45 mph a 81 mph, con ráfagas entre 63 mph y 118 mph, cuyos máximos se observaron en Yabucoa, Fajardo y Arecibo. Las lecturas más bajas fueron en el oeste, entre Cabo Rojo y Mayagüez. María salió entre Quebradillas e Isabela a las 2:00 p.m. del miércoles. Aun cuando la trayectoria de su ojo fue de unas 8 horas, el evento de vientos huracanados tuvo una duración aproximada de 12 horas mientras el campo de vientos se retiraba de la zona. Respecto a la precipitación, hubo acumulaciones en el orden de 5” a 37”, siendo el máximo registrado fue en Caguas (37.9”). Por otra parte, la marejada ciclónica estuvo en el orden de 1 a 5 pies, las más significativas en la zona que recibió la entrada del ciclón.
Sin lugar a duda, la devastación causada por María en Puerto Rico fue catastrófica; no hubo un solo rincón de la isla que no sintiera su furia. Los daños trascienden lo estructural: trastocaron la salud emocional de todos los boricuas, dentro y fuera del país. Además de la carencia de los servicios básicos como el agua y la electricidad, el colapso de las telecomunicaciones ―y la falta de comunicación ocasionada― generó un caos nunca visto. Puerto Rico estuvo a obscuras, de norte a sur y de este a oeste, durante el azote y las semanas y meses subsiguientes. Todavía en diciembre, la mitad de la isla carecía de este servicio, incluso desde el paso de Irma. Fueron unas festividades empañadas y a oscuras que permanecerán grabadas en la memoria de los puertorriqueños. No fue hasta agosto de 2018 que se energizó a los últimos sectores sin el servicio. ¡Fueron 11 meses sin luz en algunos lugares de la isla!
Si bien la falta de servicios generó preocupación y desestabilización generalizada, el desconocer el estado de los familiares y amigos más cercanos, tanto dentro como fuera de la isla, también generó gran angustia y ansiedad. Tristeza y desesperación eran también sentidas al escuchar las situaciones que personal de manejo de emergencias, los gobiernos municipales y los ciudadanos tenían que asistir. Algunas de esas historias orales describieron cómo ciudadanos de Orocovis, por ejemplo, cargaron con un cadáver por varios días, también de muchos otros que tuvieron que enterrarlos en los patios de su casa. Otras experiencias desgarradoras se vivieron en lugares como Toa Baja, cuando el Río La Plata inundó sin previo aviso a las comunidades del casco urbano; en Vega Baja, en la comunidad Los Naranjos, la gente tuvo que ser rescatada por la crecida de un caño. Estos subieron a los techos y alumbraron al cielo para pedir ayuda. Por otra parte, en Utuado ocurrieron un sinnúmero de deslizamientos de tierra, los más significativos dejaron incomunicado a ese municipio. En el caso de sectores como Mameyes, Limón y Caonillas, los suministros eran transportados por aire o en una línea improvisada, con un “carrito” de compras. Estas historias constituyen solo un pequeño ejemplo lo que el país sufrió; muchas historias quedan por contarse y documentarse.
Otro de los datos que aún no ha sido esclarecido a un año del huracán María, es el número de muertes a raíz de su paso. Inicialmente, el Gobierno había informado sobre 58 muertes asociadas al huracán, luego aumentó el número a 64. Sin embargo, grandes empresas de comunicaciones como CNN indicaron que “la cifra real de muertes por el huracán María en Puerto Rico puede ser más de ocho veces mayor que la cifra dada por el gobierno de la isla”, de acuerdo con dos demógrafos que realizaron una evaluación estadística del número de muertes oficial. En dicho análisis, Alexis Santos, director de estudios de posgrado en Demografía Aplicada en la Universidad Estatal de Pensilvania, y Jeffrey Howard, demógrafo y epidemiólogo del Departamento de Defensa de Estados Unidos, indican que más de 518 personas murieron en Puerto Rico en septiembre de 2017, el mes del huracán María. El número es una cifra aproximada, pero está corroborado, aseguró Howard, por una encuesta de CNN publicada recientemente sobre 112 funerarias en Puerto Rico. Como parte de esa encuesta, el personal de la funeraria le dijo a CNN que vieron 499 muertes en el mes posterior al huracán (del 20 de septiembre al 19 de octubre) que afirman están relacionadas con el ciclón y sus consecuencias. "Estos números son muy similares y eso me lleva a pensar que hay algo detrás de todo esto", señaló el experto.
A 10 meses del huracán, el Gobierno de Puerto Rico reconoció que la cifra de muertes pudo haber ascendido a más de 1,400. Estos datos están relacionados al informe preliminar Transformation and Innovation in the Wake of Devastation: An Economic and Disaster Recovery Plan for Puerto Rico, trabajado en Estados Unidos y publicado en julio de 2018. A 11 meses, un nuevo estudio fue publicado: Ascertainment of the estimated excess mortality from Hurricane María in Puerto Rico. En este informe, el cual surge de una colaboración de la Universidad de Puerto Rico y The George Washington University, se estimó que cerca de 2,975 personas fallecieron tras el impacto del huracán María. Días después de esta publicación, el Gobernador reconoció que falló “como todo ser humano”. No hay duda de que una muerte es igual de lamentable que cientos o miles de ella, pero los altos oficiales del Gobierno no han querido investigar a fondo esta cifra. El pueblo está consciente de que ese número es mayor, aunque a diferentes personas, como el Presidente de Estados Unidos, nunca les pareciese relevante.
Hacían varios años que un presidente estadounidense no pisaba suelo boricua para fines asociados a la ocurrencia de una catástrofe. No obstante, y a raíz de la emergencia vivida en la isla a causa del huracán María, Donald Trump llegó a Puerto Rico el martes, 3 de octubre. Su visita se limitó a menos de 5 horas, y aunque se tenía mucha expectativa, este se mantuvo en urbanizaciones pudientes de la zona Metropolitana. El Presidente no mostró sensibilidad alguna ante la devastación en la isla. Incluso, llegó a decir que no había ocurrido una catástrofe “real”, comparando el evento con el huracán Katrina, en los estados del Golfo en el 2005: “If you look at the — every death is a horror, but if you look at a real catastrophe like Katrina and you look at the tremendous hundreds and hundreds of people that died and what happened here with a storm that was just totally overbearing... No one has ever seen anything like that... What is your death count?" De igual forma, y en varias ocasiones, ha mencionado que la isla ha sido un gran gasto para el presupuesto de la nación americana: “I hate to tell you, Puerto Rico, but you threw our budget a little out of whack because we spend a lot of money on Puerto Rico…”. Durante su visita, Trump sostuvo una reunión con menos de una séptima parte de los alcaldes; luego fue hasta un centro de acopio donde arrojó papel toalla a los damnificados. El evento quedó grabado, la foto recorrió el mundo y fue de gran dolor y repudio local e internacionalmente. No se puede dejar a un lado, además, la discusión suscitada entre el Presidente y Carmen Yulín Cruz, Alcaldesa de San Juan, ante el reclamo de esta por la falta de acción del Gobierno federal.
En términos económico, informes preliminares indican que María generó pérdidas que ascienden los $90 billones. La firma de consultoría Estudios Técnicos Inc., mencionó que los daños ocasionados por el huracán María en Puerto Rico se estiman en $1.6 billones a las infraestructuras eléctricas y de $567 millones a las telecomunicaciones. Con el fin de remediar temporeramente la falta de comunicación, la compañía Google lanzó unos globos para suplir señal a cientos clientes sin servicio de telefonía. Por otra parte, una corporación dedicada al modelaje o proyección de catástrofes, AIR Worldwide, estimó que los daños estimados en el Caribe a raíz del huracán María estarían entre $40 y $85 billones, siendo los daños en Puerto Rico un 85% de todas las pérdidas en la región caribeña.
La agricultura, sin duda alguna, se vio gravemente afectada. En este sector se estiman los daños en $2 billones, siendo el cultivo de plátanos, guineos y café los más afectados. Por otro lado, la crianza de pollos y vacas también sufrieron el embate del huracán, con la muerte del 60% de las aves y unas 5,000 cabezas de vacuno lechero. El presidente de la Asociación de Agricultores, Héctor I. Cordero, mencionó que el ganado porcino se vio menos afectado debido a que se trata de animales que permanecen en lugares cercados, lo que permitió mayor sobrevivencia. Poniendo en perspectiva que el 85% de los alimentos que se consumen en la isla vienen del extranjero, Cordero señaló que “regresar al 15 % de la producción de alimentos que teníamos antes tardará 5 años".
Otra cifra desconcertante, y que, lamentablemente tiende a pasar desapercibida luego de un desastre, es el aumento considerable en los casos de suicidios a raíz de dichos eventos. En el caso de María, se infiere que la falta de energía eléctrica, el desempleo ante el cierre de compañías y la situación emocional a raíz del paso del huracán han triplicado los casos. Según un informe de la Comisión de Salud, miles de personas se comunicaron a una línea telefónica de ayuda, admitiendo que habían tratado de quitarse la vida. La comisión señala que el 38% de los casos reportados en 2017 ocurrieron durante los últimos cuatro meses del año, coincidiendo con el evento.
La devastación de María también trajo como secuela el éxodo de puertorriqueños hacia los Estados Unidos. La organización Liberty Street Economics y el Gobierno local estimaron que alrededor de 175,000 personas se fueron permanentemente del país tras el paso de los huracanes Irma y María. Esto representa cerca de un 4% de la población. Entretanto, los datos sobre el movimiento de pasajeros reflejan que durante los meses de septiembre y octubre salieron cerca de 125,000 personas más de las que llegaron durante ese mismo periodo en el 2016. El informe también reflejó que hubo un descenso de un 15% en los empleos, lo cual es de gran impacto a la economía local. Por otra parte, un estudio del Centro para Estudios Puertorriqueños de Hunter College estima que luego del huracán, entre 2017 y 2019, la población de la isla puede disminuir cerca de 470,000; sobre todo reflejando un aumento de la población puertorriqueña hacia el estado de Florida. Estos tres estimados sugieren que Puerto Rico perdió, o podrá perder, entre hasta un 14% de su población actual en un periodo de dos años a partir del huracán María.
Al momento de finalizar este escrito, cerca de un año del paso del huracán María, Puerto Rico aún se encuentra en proceso de recuperación, y así estará por mucho tiempo. Las cifras presentadas en este resumen son preliminares, y se irán esclareciéndose con estudios más completos. De lo que no hay duda es que el azote de María marcó la vida de todos los puertorriqueños y puertorriqueñas y será un hito en nuestro historial ciclónico. María constituye para la isla el huracán más destructivo desde el 1932 y el 5to más costoso a nivel de los Estados Unidos. Tras despedirse de Puerto Rico, María dejó condiciones de tormenta en el noreste de República Dominicana el jueves 21 de septiembre. Posteriormente, el martes 26 y el miércoles 27, afectó a Carolina del Norte, también de manera indirecta y sin causar mayores impactos. A partir de ese entonces, se movió sobre las aguas frías del Atlántico sin amenazar territorio alguno y perdiendo fuerza gradualmente hasta que se convirtió en un sistema extra-tropical, el 30 de septiembre, en el noreste del Atlántico.
Referencias consultadas y otros recursos de interés
Agencia EFE. 2017. María dejó más de 2.000 millones de pérdidas en Puerto Rico en sector agropecuario. https://www.efe.com/efe/usa/puerto-rico/maria-dejo-mas-de-2-000-millones-perdidas-en-p-rico-sector-agropecuario/50000110-3453298
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