A 100 años de la sacudida de San Fermín
Por: Carlos F. Rivera López
“En el año 1918 tembló la tierra borincana. Fue el 11 de octubre a las diez de la mañana. Una viga secreta en nuestra armadura geológica quebróse y un vasto ruido salió del fondo de la patria. Cuartóse la tierra bajo las gentes empavorecidas. En Mayagüez y en la región aguadillana dio un salto la mar encabritada…” Juan Antonio Corretjer (1977)
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Cuentan las historias que la mañana del 11 de octubre de 1918 era una tranquila, como cualquiera otra. Unos trabajaban desde temprano en sus respectivas siembras y terrenos y otros tomaban una taza de guarapo de caña con su familia. Los niños jugaban en las charcas detrás de sus casas, mientras que otros estaban en la escuela. También estaban quienes dialogaban sobre el piquete que formaron dos o tres exigiendo mejores condiciones de trabajo. A las 10:10 de la mañana, los que estaban trabajando en los terrenos detuvieron su trabajo al escuchar un extraño sonido, de esos que se escuchan cuando se quiebra un tronco, pero como si se quebraran muchos de ellos a la vez. El sonido estaba acompañado de ondas desplazándose sobre el terreno, como si espíritus estuviesen volando junto a ellas. Lo que no se esperaban es que, cuando esas ondas llegaran a sus pies, no fuesen espíritus lo que por ahí venía, sino que era una extraña fuerza que invadía todo su cuerpo, tanto así que hasta la misma tierra los levantó del suelo, haciéndolos caer. La madera de las casas se movía al son de los muebles que parecían brincar y chocar con todo lo que estuviese a su alcance. Los niños lloraban y gritaban, al tiempo que trataban de correr hacia sus padres, pero sin poder lograrlo. Todos los que allí estaban no entendían lo ocurrido y se preguntaban por qué la tierra acaba de moverse de tal manera...
Se trataba de un terremoto, el Terremoto de San Fermín, nombre que hace alusión al santo del día que sucedió el evento. El epicentro del terremoto fue en el Cañón de Mona, a veinticinco millas al oeste de Aguadilla, entre Puerto Rico y República Dominicana. El movimiento fue de tipo vertical; esto es, la tierra se movía hacia arriba y hacia abajo. Luego de la primera sacudida, pasaron dos minutos cuando, sin previo aviso, la tierra comenzó a temblar nuevamente. Esta vez la tierra se sacudía con movimientos horizontales. Subsiguientemente, hubo más temblores a lo largo de toda la isla, aunque de menor magnitud. Se dice que en múltiples edificaciones ―entre ellos casas, iglesias y centros de trabajo― las columnas que sostenían sus techos colapsaron y quedaron aplastadas por los movimientos que estos temblores ocasionaron. Este terremoto no afectó solo la zona oeste y noroeste de la isla, sino a la isla en su totalidad.
Su magnitud fue de 7.3 en la escala Ritcher, una escala que hace referencia a la magnitud de un terremoto según la cantidad de energía liberada. Cuando ocurrió el terremoto; sin embargo, su categorización se hizo mediante una escala distinta: la escala Rossi-Forel. Esta fue una de las primeras escalas para medir la intensidad de eventos sísmicos y se basaba en los daños causados. La misma consiste en clasificaciones del I hasta X, donde I representa sacudidas solamente registradas por sismógrafos y X representa destrucción total de edificios no resistentes a sacudidas, grietas en el suelo y grandes deslizamientos de rocas.
En el caso del terremoto del 1918, y dado a que el epicentro fue cerca de la costa oeste, la clasificación disminuyó a medida que las ondas se propagaban hacia el este de Puerto Rico. Municipios entre Mayagüez y Aguadilla, donde el efecto del terremoto se sintió con mayor intensidad, fueron los más afectados a raíz de este evento. En Aguadilla y Rincón, por ejemplo, se categorizó como isosísmico IX; clasificación que está asociada a la destrucción general de edificios construidos en ladrillo, el agrietamiento paredes y el derrumbamiento de estructuras. Ahí se reportaron edificios destruidos y grandemente agrietados. Solo algunas estructuras de un piso y construidos en madera sobrevivieron la sacudida, pero aquellas en ladrillo sufrieron daños mayores. Mayagüez, Moca, San Sebastián, Hormigueros y áreas limítrofes recibieron la clasificación VIII (muros destrozados y derribados, grietas en edificios de concreto). En dichos lugares se reportaron daños significativos a infraestructuras de ladrillo. Por ejemplo, la fábrica de tabacos “La Habanera”, en Mayagüez, colapsó y acabó con la vida de varios trabajadores, convirtiéndose así en el lugar con mayor número de víctimas. Varios edificios, además, tuvieron que ser demolidos con dinamita, pues reconstruirlos sería imposible o muy costoso. En San Germán, Lajas, Cabo Rojo, Yauco, Guayanilla, Peñuelas, Ponce, Juana Díaz, Hatillo, Camuy, Arecibo, Barceloneta, Manatí, Vega Baja, Vega Alta, Adjuntas y Utuado se categorizó como un terremoto VII, pues se reportaron muros de edificios en ladrillo, piedra o cemento agrietados y caídas de múltiples objetos que se podían mover fácilmente (por ejemplo, vasos, botellas). Para el resto de la isla de Puerto Rico se reportaron intensidades entre VI y V, donde se reportaron movimientos de muebles, toque de campanas, pequeñas grietas en edificios, entre otros. Pese a que las mayores intensidades se manifestaron en la región oeste de la isla, en zonas aisladas de la costa este también se reportaron movimientos intensos; esto debido al tipo de suelo y la elevación del terreno, la cual influye directamente en la velocidad y longitud de la onda sísmica. Por ejemplo, suelos menos consolidados tienen un potencial mayor de reportar un gran movimiento telúrico si lo comparamos con material rocoso.
Informes indican que la reparación de puentes ―muchos de los cuales cruzaban ríos y conectaban varios municipios― ascendió a una suma de cerca de $37,000, mientras que se invirtieron unos $40,000 en reparación de alcantarillas y alrededor de $112,000 en reparación de carreteras y remoción de escombros. También se distribuyó dinero a familias impactadas alrededor de la isla. La suma total para la reparación de estructuras y asistir a damnificados osciló en los 4 millones de dólares, una cantidad de dinero significativa para esa época. De hecho, a raíz del evento sísmico, el gobierno estadounidense creó el Special Earthquake Commission. Esta comisión administró los fondos otorgados para la recuperación y estuvo a cargo de la documentación de daños reportados por civiles. A través de los municipios más afectados, sobre 850 peticiones fueron solicitadas a esta comisión para la reparación de daños a viviendas o construcción de nuevos hogares. De estas peticiones, más de 240 fueron denegadas. El criterio utilizado para otorgar ayudas se basó en el establecimiento de una escala del 1 al 11, la cual se basaba en los tipos de daños y sus posibles arreglos.
Además de los daños y pérdidas de estructuras, muchos puertorriqueños y puertorriqueñas perdieron su vida o resultaron heridos a causa del terremoto. Se reportaron entre 119 y 140 muertos (40 de los cuales perecieron ahogados a causa de un maremoto posterior al terremoto) y unos 240 heridos. Hubo casos muy tristes, como la de un grupo de estudiantes de Aguadilla que tomaban sus clases esa mañana y a los cuales la llegada del terremoto los tomó por sorpresa. En el primer movimiento del terremoto, seis niños no pudieron escapar, por lo que el derrumbe de su salón de clases y del edificio Alcaldía, adyacente al mismo, les quitó la vida. Estos seis niños sufrieron fracturas de cráneo y graves lesiones internas. Derrumbes y desprendimientos rocosos también causaron la muerte de alrededor de 80 ciudadanos. Muertes de esta naturaleza se reportaron en Aguada, Aguadilla, Añasco, Arecibo, Barceloneta, Cayey, Coamo, Guayanilla, Isabela, Mayagüez, Moca y Ponce. Otros ciudadanos murieron a raíz de ataques cardiacos por la impresión causada tras el evento: 1 de estos casos se reportó en el municipio de Mayagüez y otros 8 en Ponce. Además, y dado el impacto emocional entre los que lo vivieron, se dice que varias personas se quitaron la vida. Por ejemplo, una mujer de 22 años y un hombre de 38 años se reportaron como fallecidos tras suicidarse en los municipios de Aguadilla y Mayagüez. La muerte de la fémina fue inducida a raíz de envenenamiento, mientras que el hombre murió por una herida de bala. Entretanto, algunos de los heridos fueron atendidos en campamentos establecidos en diferentes municipios, como las instalaciones de la Cruz Roja en Añasco. En total, se atribuyeron 138 muertes a causa del terremotos y los peligros asociados (incluyendo el tsunami): 65 féminas y 73 hombres.
Dos réplicas de magnitud considerable fueron reportadas luego del terremoto de San Fermín, también al oeste de la isla. La primera ocurrió el 24 de octubre del 1918 a eso de las 11:43 de la noche, con intensidad máxima de VII. Varias personas fueron víctimas de esta inesperada réplica, algunas de las cuales fallecieron al ser impactadas por derrumbes que provocaron daños a viviendas y otros por ataques nerviosos “por la visita de otro terremoto”. La segunda réplica fue el 12 de noviembre del 1918, a las 5:45 de la tarde, la cual fue registrada en las Islas Vírgenes y en República Dominicana. La intensidad máxima en Puerto Rico fue de VI. Además de estas réplicas, seguían suscitándose temblores de menor magnitud, pero nada comparado con la gran sacudida del 11 de octubre del 1918.
Se trataba de un terremoto, el Terremoto de San Fermín, nombre que hace alusión al santo del día que sucedió el evento. El epicentro del terremoto fue en el Cañón de Mona, a veinticinco millas al oeste de Aguadilla, entre Puerto Rico y República Dominicana. El movimiento fue de tipo vertical; esto es, la tierra se movía hacia arriba y hacia abajo. Luego de la primera sacudida, pasaron dos minutos cuando, sin previo aviso, la tierra comenzó a temblar nuevamente. Esta vez la tierra se sacudía con movimientos horizontales. Subsiguientemente, hubo más temblores a lo largo de toda la isla, aunque de menor magnitud. Se dice que en múltiples edificaciones ―entre ellos casas, iglesias y centros de trabajo― las columnas que sostenían sus techos colapsaron y quedaron aplastadas por los movimientos que estos temblores ocasionaron. Este terremoto no afectó solo la zona oeste y noroeste de la isla, sino a la isla en su totalidad.
Su magnitud fue de 7.3 en la escala Ritcher, una escala que hace referencia a la magnitud de un terremoto según la cantidad de energía liberada. Cuando ocurrió el terremoto; sin embargo, su categorización se hizo mediante una escala distinta: la escala Rossi-Forel. Esta fue una de las primeras escalas para medir la intensidad de eventos sísmicos y se basaba en los daños causados. La misma consiste en clasificaciones del I hasta X, donde I representa sacudidas solamente registradas por sismógrafos y X representa destrucción total de edificios no resistentes a sacudidas, grietas en el suelo y grandes deslizamientos de rocas.
En el caso del terremoto del 1918, y dado a que el epicentro fue cerca de la costa oeste, la clasificación disminuyó a medida que las ondas se propagaban hacia el este de Puerto Rico. Municipios entre Mayagüez y Aguadilla, donde el efecto del terremoto se sintió con mayor intensidad, fueron los más afectados a raíz de este evento. En Aguadilla y Rincón, por ejemplo, se categorizó como isosísmico IX; clasificación que está asociada a la destrucción general de edificios construidos en ladrillo, el agrietamiento paredes y el derrumbamiento de estructuras. Ahí se reportaron edificios destruidos y grandemente agrietados. Solo algunas estructuras de un piso y construidos en madera sobrevivieron la sacudida, pero aquellas en ladrillo sufrieron daños mayores. Mayagüez, Moca, San Sebastián, Hormigueros y áreas limítrofes recibieron la clasificación VIII (muros destrozados y derribados, grietas en edificios de concreto). En dichos lugares se reportaron daños significativos a infraestructuras de ladrillo. Por ejemplo, la fábrica de tabacos “La Habanera”, en Mayagüez, colapsó y acabó con la vida de varios trabajadores, convirtiéndose así en el lugar con mayor número de víctimas. Varios edificios, además, tuvieron que ser demolidos con dinamita, pues reconstruirlos sería imposible o muy costoso. En San Germán, Lajas, Cabo Rojo, Yauco, Guayanilla, Peñuelas, Ponce, Juana Díaz, Hatillo, Camuy, Arecibo, Barceloneta, Manatí, Vega Baja, Vega Alta, Adjuntas y Utuado se categorizó como un terremoto VII, pues se reportaron muros de edificios en ladrillo, piedra o cemento agrietados y caídas de múltiples objetos que se podían mover fácilmente (por ejemplo, vasos, botellas). Para el resto de la isla de Puerto Rico se reportaron intensidades entre VI y V, donde se reportaron movimientos de muebles, toque de campanas, pequeñas grietas en edificios, entre otros. Pese a que las mayores intensidades se manifestaron en la región oeste de la isla, en zonas aisladas de la costa este también se reportaron movimientos intensos; esto debido al tipo de suelo y la elevación del terreno, la cual influye directamente en la velocidad y longitud de la onda sísmica. Por ejemplo, suelos menos consolidados tienen un potencial mayor de reportar un gran movimiento telúrico si lo comparamos con material rocoso.
Informes indican que la reparación de puentes ―muchos de los cuales cruzaban ríos y conectaban varios municipios― ascendió a una suma de cerca de $37,000, mientras que se invirtieron unos $40,000 en reparación de alcantarillas y alrededor de $112,000 en reparación de carreteras y remoción de escombros. También se distribuyó dinero a familias impactadas alrededor de la isla. La suma total para la reparación de estructuras y asistir a damnificados osciló en los 4 millones de dólares, una cantidad de dinero significativa para esa época. De hecho, a raíz del evento sísmico, el gobierno estadounidense creó el Special Earthquake Commission. Esta comisión administró los fondos otorgados para la recuperación y estuvo a cargo de la documentación de daños reportados por civiles. A través de los municipios más afectados, sobre 850 peticiones fueron solicitadas a esta comisión para la reparación de daños a viviendas o construcción de nuevos hogares. De estas peticiones, más de 240 fueron denegadas. El criterio utilizado para otorgar ayudas se basó en el establecimiento de una escala del 1 al 11, la cual se basaba en los tipos de daños y sus posibles arreglos.
Además de los daños y pérdidas de estructuras, muchos puertorriqueños y puertorriqueñas perdieron su vida o resultaron heridos a causa del terremoto. Se reportaron entre 119 y 140 muertos (40 de los cuales perecieron ahogados a causa de un maremoto posterior al terremoto) y unos 240 heridos. Hubo casos muy tristes, como la de un grupo de estudiantes de Aguadilla que tomaban sus clases esa mañana y a los cuales la llegada del terremoto los tomó por sorpresa. En el primer movimiento del terremoto, seis niños no pudieron escapar, por lo que el derrumbe de su salón de clases y del edificio Alcaldía, adyacente al mismo, les quitó la vida. Estos seis niños sufrieron fracturas de cráneo y graves lesiones internas. Derrumbes y desprendimientos rocosos también causaron la muerte de alrededor de 80 ciudadanos. Muertes de esta naturaleza se reportaron en Aguada, Aguadilla, Añasco, Arecibo, Barceloneta, Cayey, Coamo, Guayanilla, Isabela, Mayagüez, Moca y Ponce. Otros ciudadanos murieron a raíz de ataques cardiacos por la impresión causada tras el evento: 1 de estos casos se reportó en el municipio de Mayagüez y otros 8 en Ponce. Además, y dado el impacto emocional entre los que lo vivieron, se dice que varias personas se quitaron la vida. Por ejemplo, una mujer de 22 años y un hombre de 38 años se reportaron como fallecidos tras suicidarse en los municipios de Aguadilla y Mayagüez. La muerte de la fémina fue inducida a raíz de envenenamiento, mientras que el hombre murió por una herida de bala. Entretanto, algunos de los heridos fueron atendidos en campamentos establecidos en diferentes municipios, como las instalaciones de la Cruz Roja en Añasco. En total, se atribuyeron 138 muertes a causa del terremotos y los peligros asociados (incluyendo el tsunami): 65 féminas y 73 hombres.
Dos réplicas de magnitud considerable fueron reportadas luego del terremoto de San Fermín, también al oeste de la isla. La primera ocurrió el 24 de octubre del 1918 a eso de las 11:43 de la noche, con intensidad máxima de VII. Varias personas fueron víctimas de esta inesperada réplica, algunas de las cuales fallecieron al ser impactadas por derrumbes que provocaron daños a viviendas y otros por ataques nerviosos “por la visita de otro terremoto”. La segunda réplica fue el 12 de noviembre del 1918, a las 5:45 de la tarde, la cual fue registrada en las Islas Vírgenes y en República Dominicana. La intensidad máxima en Puerto Rico fue de VI. Además de estas réplicas, seguían suscitándose temblores de menor magnitud, pero nada comparado con la gran sacudida del 11 de octubre del 1918.
Fotos suministradas por el Archivo Municipal Histórico de Mayagüez.
Para ver más fotos sobre los impactos del terremoto y el tsunami de 1918, descargue aquí la recopilacion de fotos de Puerto Rico Ilustrado, ediciones del 19 de octubre al 28 de diciembre de 1918. [Fuente: Archivo Nacional de Puerto Rico]
Referencias consultadas y otros recursos de interés
Bienlein, G. 1918. “Notes in the Earthquake at Mayagüez, Puerto Rico, October 11, 1918”. Testimonio, cortesía del Archivo Histórico Municipal de Mayagüez.
Caldera Ortiz, L. 2016. Historia de los terremotos en Puerto Rico. Lajas, Puerto Rico: Editorial Akelarre.
Cardona Bonet, W.A. 2011. “El terremoto de San Fermín: 11 de octubre de 1918”. HEREDITAS: Revista de Genealogía Puertorriqueña 12 (2): 7-26.
Coll y Toste, C. 1918. Boletín Histórico de Puerto Rico (Tomo V). San Juan, Puerto Rico: Tip. Cantero, Fernandez & Co.
D’auney, A. 1918. “Account of the Earthquakes, October 11th, 1918”. Testimonio, cortesía del Archivo Histórico Municipal de Mayagüez.
Díaz Hernández, L. 1985. Temblores y terremotos en Puerto Rico. Ponce, Puerto Rico.
Jaramillo Nieves, L. 2018. El terremoto en Puerto Rico: Lecciones 100 años después. San Juan, Puerto Rico: Publicaciones Puertorriqueñas.
La Forge, R. y McCann, W.R. 2017. “Address-Level Effects in Aguadilla, Puerto Rico, from the 1918 Mw 7.3 Earthquake and Tsunami”. Seismological Research Letters 88(5): 1316-1321.
Red Sísmica de Puerto Rico. “Terremoto de 1918”. http://redsismica.uprm.edu/Spanish/educacion/terremotospr/terremoto18.php
Reid, H.F. y Taber, S. 1919. Los terremotos de Puerto Rico de 1918 con descripción de terremotos anteriores. San Juan, Puerto Rico: Negociado de Materiales, Imprenta y Transporte.
Caldera Ortiz, L. 2016. Historia de los terremotos en Puerto Rico. Lajas, Puerto Rico: Editorial Akelarre.
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