Después de la sacudida no vino la calma
Por: Amarilys Arocho Barreto
La tierra comienza a temblar, sin previo aviso, como si deseara despojarse de todo lo que tiene encima. Destruye estructuras que se asentaron sobre ella, mientras los seres que le habitan apenas pueden sostenerse en pie. Algunos logran escapar, mientras que otros son sorprendidos por la muerte. El sonido de vibración de la tierra es acompañado por gritos y llantos por la angustia de no saber qué está pasando, por el dolor de muchos de haber perdido todo. El mar también se hace sentir. En ocasiones, después de la tierra sacudirse, el mar comienza a retirarse. Se aleja y recobra fuerzas, toma impulso, llega más lejos de lo acostumbrado. El mar logra su objetivo, llega más allá de donde termina la silueta de la tierra y comienza la suya. Lo que el temblor no logra destruir, el mar lo destruye. Durante su recorrido, se lleva almas adicionales. Eso fue, precisamente, lo ocurrido el fatídico 11 de octubre de 1918 en Puerto Rico, día de la sacudida de San Fermín.
Ese día, alrededor de las 10:10 de la mañana, la tierra fue sacudida por un fuerte terremoto con magnitud estimada de 7.3 y con epicentro en el Cañón de la Mona. El terremoto provocó un maremoto (tsunami) cuyo tiempo de arribo fluctuó entre 5 y 45 minutos luego de la gran sacudida (en Aguadilla y Cabo Rojo, respectivamente). El maremoto produjo olas de entre 1 y 20 pies de altura y es el más destructivo y mortífero reportado en la historia de la isla. Afectó mayormente las costas de Aguadilla y Mayagüez. En Aguadilla se registraron olas de hasta 20 pies sobre el nivel del mar. Esto provocó la destrucción de varias viviendas. En el barrio Higüey, por ejemplo, el maremoto destruyó sobre 100 casas. En el barrio Espinal en Aguada el azote de la ola destruyó alrededor de 18 bohíos. Entretanto, en Mayagüez la ola hizo chocar botes y lanchas ubicadas en la costa contra casas cercanas. En ese municipio, se reportaron niveles de agua de entre 1 y 5 pies. Mientras, en Rincón, Isla de Mona e Isabela se reportaron olas de 17, 10 y 7 pies de altura, respectivamente. Otros municipios también reportaron olas asociadas al maremoto, entre estos: Arecibo, Cabo Rojo y Guánica. Existe la posibilidad de que el maremoto haya sido generado por un deslizamiento submarino posterior al terremoto.
La cifra de muertes por causa del maremoto se estima en 42 personas: 27 mujeres y 15 hombres entre las edades de menos de un año hasta 96 años. Aguadilla fue el municipio con mayor número de víctimas: 34 muertes (21 mujeres y 13 hombres). En Aguada, por otro lado, se reportaron 5 difuntos (4 mujeres y 1 hombre). En el caso de Mayagüez, se reportaron 3 muertes a raíz del maremoto (2 mujeres y 1 hombre), sin embargo fue en ese municipio donde se reportó la cifra más alta de muertes a causa del terremoto: 36 muertos. A las pérdidas de estas almas se les suma la pérdida de casas y de establecimientos que fueron arrastrados o inundados por el mar, o destruidos en su totalidad.
Cómo olvidar estos fenómenos que graban para siempre imágenes de destrucción y que provocan sentimientos de temor, angustia y dolor entre los sobrevivientes; más aun cuando los eventos ocurren por sorpresa, donde todo el ambiente cambia en solo unos breves instantes. En el caso del maremoto, no se tuvo la fortuna de poder pronunciar el famoso dicho: “Después de la tempestad―o, en este caso, la sacudida―viene la calma.” El 11 de octubre de 1918, por el contrario, después de la sacudida, no vino la calma, vino la ola, y esa ola arrasó con lo que estaba a su alcance.
Ese día, alrededor de las 10:10 de la mañana, la tierra fue sacudida por un fuerte terremoto con magnitud estimada de 7.3 y con epicentro en el Cañón de la Mona. El terremoto provocó un maremoto (tsunami) cuyo tiempo de arribo fluctuó entre 5 y 45 minutos luego de la gran sacudida (en Aguadilla y Cabo Rojo, respectivamente). El maremoto produjo olas de entre 1 y 20 pies de altura y es el más destructivo y mortífero reportado en la historia de la isla. Afectó mayormente las costas de Aguadilla y Mayagüez. En Aguadilla se registraron olas de hasta 20 pies sobre el nivel del mar. Esto provocó la destrucción de varias viviendas. En el barrio Higüey, por ejemplo, el maremoto destruyó sobre 100 casas. En el barrio Espinal en Aguada el azote de la ola destruyó alrededor de 18 bohíos. Entretanto, en Mayagüez la ola hizo chocar botes y lanchas ubicadas en la costa contra casas cercanas. En ese municipio, se reportaron niveles de agua de entre 1 y 5 pies. Mientras, en Rincón, Isla de Mona e Isabela se reportaron olas de 17, 10 y 7 pies de altura, respectivamente. Otros municipios también reportaron olas asociadas al maremoto, entre estos: Arecibo, Cabo Rojo y Guánica. Existe la posibilidad de que el maremoto haya sido generado por un deslizamiento submarino posterior al terremoto.
La cifra de muertes por causa del maremoto se estima en 42 personas: 27 mujeres y 15 hombres entre las edades de menos de un año hasta 96 años. Aguadilla fue el municipio con mayor número de víctimas: 34 muertes (21 mujeres y 13 hombres). En Aguada, por otro lado, se reportaron 5 difuntos (4 mujeres y 1 hombre). En el caso de Mayagüez, se reportaron 3 muertes a raíz del maremoto (2 mujeres y 1 hombre), sin embargo fue en ese municipio donde se reportó la cifra más alta de muertes a causa del terremoto: 36 muertos. A las pérdidas de estas almas se les suma la pérdida de casas y de establecimientos que fueron arrastrados o inundados por el mar, o destruidos en su totalidad.
Cómo olvidar estos fenómenos que graban para siempre imágenes de destrucción y que provocan sentimientos de temor, angustia y dolor entre los sobrevivientes; más aun cuando los eventos ocurren por sorpresa, donde todo el ambiente cambia en solo unos breves instantes. En el caso del maremoto, no se tuvo la fortuna de poder pronunciar el famoso dicho: “Después de la tempestad―o, en este caso, la sacudida―viene la calma.” El 11 de octubre de 1918, por el contrario, después de la sacudida, no vino la calma, vino la ola, y esa ola arrasó con lo que estaba a su alcance.
Referencias consultadas y otros recursos de interés
Atlas Obscura. 2017. “The forgotten documents of a 1918 tsunami in Puerto Rico”. https://www.atlasobscura.com/articles/puerto-rico-earthquake-tsunami-lost-records.
Cardona Bonet, W.A. 2011. “El terremoto de San Fermín: 11 de octubre de 1918”. HEREDITAS: Revista de Genealogía Puertorriqueña 12 (2): 7-26.
González Díaz, M. 2018. Puerto Rico: el terremoto y el tsunami que arrasaron la isla hace 100 años. BBC Mundo: https://www.bbc.com/mundo/noticias-45793382.
La Forge, R. y McCann, W.R. 2017. “Address-Level Effects in Aguadilla, Puerto Rico, from the 1918 Mw 7.3 Earthquake and Tsunami”. Seismological Research Letters 88(5): 1316-1321.
Lander, J.F. 1997. “Caribbean Tsunamis: An Initial History”. Proceedings of the 22nd Conference on Natural Hazards Disastes. R. Ahman (ed). Kingston, Jamaica: University of the West Indies, Unit for Disaster Studies.
Lander, J.F., Whiteside, L.S. y Locjridge, P.A. 2002. “A Brief History of Tsunamis in the Caribbean”. Science of Tsunami Hazards 20: 57-94.
López-Venegas, A., ten Brink, U.S. y Geist, E.L. 2008. “Submarine landslide as the source for the October 11, 1918 Mona Passage tsunami: Observations and modeling”. Marine Geology 254: 35-46.
Mercado, A. y McCann, W. 1998. “Numerical Simulation of the 1918 Puerto Rico Tsunami. Natural Hazards 18: 57-76.
O'Loughlin, K.F. y Lander, J.F. 2003. Caribbean Tsunamis: A 500-Year History from 1498-1998. Dordrecht, The Netherlands: Kluwer Academic Publishers.
Red Sísmica de Puerto Rico. “Tsunami: El peligro olvidado”.
http://redsismica.uprm.edu/Spanish/tsunami/programatsunami/prc/multimedia.php.
Reid, H.F. y Taber, S. 1919. Los terremotos de Puerto Rico de 1918 con descripción de terremotos anteriores. San Juan, Puerto Rico: Negociado de Materiales, Imprenta y Transporte.
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