El cierre enfurecido del siglo 20
Por: Abimael Castro Rivera
La temporada de huracanes de 1989 registró la formación de 11 ciclones tropicales, cifra muy próxima al promedio anual de formación de dichos sistemas en la cuenca del Océano Atlántico (12). Sin lugar a duda, el número total de fenómenos atmosféricos no debe asociarse a los potenciales daños que pueden manifestarse durante una temporada con una actividad ciclónica relativamente baja, mucho menos al nivel de susceptibilidad de enfrentar el impacto de alguno de ellos. En esa temporada, más de la mitad de los ciclones (7 de 11) se convirtieron en huracanes. Seis de esos huracanes se formaron consecutivamente durante el periodo del 30 de junio al 25 de septiembre, siendo el último sistema de esta secuencia el huracán Hugo.
Hugo surgió como depresión tropical el 10 de septiembre en la latitud 13.2°N y longitud 20.0°O. La noche del 11 de septiembre fue catalogado como tormenta y el día 13 alcanzó la clasificación de huracán categoría 1. El huracán continuó fortaleciéndose mientras se movía mayormente al oeste hasta llegar a la categoría 5 con vientos de 160 mph y una presión barométrica de 918 milibares, justo al este de las Antillas Menores (latitud 14.6° N, longitud 54.6°O). Fue en este punto cuando el sistema inició un curso hacia el noroeste. Este cambio en el movimiento de traslación fue a raíz de un sistema de baja presión, asociado a una vaguada, ubicado en aquel entonces al norte de Puerto Rico. La misma debilitó a un anticiclón (alta presión) que dominaba tanto al Atlántico como también el movimiento de traslación el huracán. Mientras evolucionaba este patrón meteorológico complejo, Hugo iba incrementando en latitud y perdiendo un poco de fuerza hasta llegar a las primeras islas en azotar –Guadalupe y Monserrat– en la madrugada del 17 de septiembre. El huracán azotó a las islas con intensidad de categoría 4, con vientos estimados de 140 mph.
Durante las primeras horas del día siguiente, su centro entró a Santa Cruz con vientos de 125 mph (categoría 3). Esa mañana del 18 de septiembre, azotó a la isla municipio de Vieques, también como un huracán categoría 3 con vientos entre 115 y120 mph. En la isla grande, municipios del este recibieron el paso de la pared del ojo de Hugo: entró al sur de Fajardo, se movió a través del noreste, donde se ubica nuestro Bosque Nacional, y salió en un periodo de aproximadamente 4 horas, a través de las costas de Río Grande y Loíza. Sin lugar a duda, la interacción con el relieve de Puerto Rico, en particular con El Yunque, generó cambios en su estructura: un debilitamiento gradual a categoría 2 (105 mph) y la carencia de un ojo definido en las imágenes del satélite.
Habían trascurrido 57 años desde el azote directo de un huracán intenso en la isla; siendo el último el huracán de categoría 3, San Ciprián, el 26 de septiembre de 1932. El paso de Hugo generó una precipitación de entre 1 y 5 pulgadas. Pese a que las acumulaciones de lluvia no fueron extraordinarias comparado con otros ciclones de impacto directo, hubo zonas aisladas donde se registró precipitación de entre 10 y 15 pulgadas y, en la cuenca del Río Blanco, se registraron hasta 17.6 pulgadas. Precisamente, fueron las zonas con mayor registro las que recibieron el paso directo del huracán: Vieques y el este de Puerto Rico. Estos eventos localizados resultaron en más de 200 derrumbes, la mayoría de estos en el cuadrante noreste del país, en la periferia de El Yunque, donde también hubo defoliación muy marcada. Cabe destacar que durante los 3 meses siguientes al azote de Hugo gran parte de la isla registró anomalías negativas (déficit) en precipitación. En relación al viento, la ráfaga más alta registrada fue de 170 mph en Culebra, en una embarcación. Esto coincide con el cuadrante noreste del sistema, donde generalmente se localizan las condiciones más extremas de estos fenómenos. En Puerto Rico se obtuvo una lectura de ráfagas de 120 mph en la Base Roosevelt Roads en Ceiba y de 90 mph en el aeropuerto en San Juan. Por otro lado, la marejada ciclónica asociada a este huracán fluctuó entre 4 y 7 pies a través de la isla.
En términos de daños, se estimó $1 billón en daños a estructuras, siendo Vieques, Culebra, Naguabo, Ceiba, Fajardo y Luquillo los municipios más afectados. Cerca de 100,000 personas fueron refugiadas, de las cuales más de 10,000 perdieron todos sus bienes. El Gobierno federal otorgó sobre $535 millones en fondos de emergencia, los cuales abarcaron personal de recuperación y mitigación de emergencia, ayuda a reparación de viviendas, servicios médicos, servicios forestales y desempleo. El Gobierno local, dirigido en aquel entonces por Rafael Hernández Colón, emitió sobre $131 millones en fondos, la mayoría para préstamos de emergencia, obras públicas y ayudas a agricultores. Por su parte, la Cruz Roja emitió cerca de $45 millones, la mayoría destinados a la agricultura, pagos de seguros y reconstrucción de carreteras. Hugo se catalogó, en aquel entonces, como el huracán más costoso para el Gobierno estatal y federal.
A pesar de su magnitud, las muertes asociadas al evento fueron mínimas: se reportaron solo 2 muertes de manera directa. Estas personas se encontraban en las costas de Culebra y Fajardo, falleciendo en el azote. Cerca de una decena de muertes fueron registradas después del huracán, siendo en su mayoría empleados de la Autoridad de Energía Eléctrica. Se reportaron daños a la agricultura, avicultura y horticultura en dos terceras partes de Puerto Rico. Por otro lado, el embalse de Carraízo también tuvo problemas a raíz de un fallo eléctrico, pero este no resultó en mayores contratiempos y se corrigió poco después de una semana. Hugo afectó significativamente el Bosque Nacional El Yunque. Ejemplos de efectos inmediatos incluyeron altos niveles de defoliación y daños a árboles de gran altura. Su fauna, en particular las aves, sufrieron disminuciones poblacionales debido a la falta de alimentos y habitáculo. El impacto de Hugo en el Yunque, de hecho, generó una gran cantidad de investigación científica que resultó en un mejor entendimiento del efecto de sistemas ciclónicos en bosques tropicales.
Una vez Hugo se retiró de la región del Caribe, el 19 de septiembre de 1989, el huracán fue dominado por una baja presión ubicada hacia el sureste de Estados Unidos. Esta forzó un movimiento más al noroeste por un periodo de 3 días, en el cual el sistema recuperó fuerzas y alcanzó la categoría 4 nuevamente. Con su furia, azotó a Carolina del Sur generando sobre $7 billones en pérdidas.
A siete años del paso de Hugo, el 10 de septiembre de 1996, Puerto Rico se vio amenazado por otro huracán: Hortensia. Fue el 3 de septiembre que surgió una depresión tropical en la latitud 14.9°N y longitud 41.0°O. Este sistema se mantuvo como depresión tropical por varios días, hasta el 7 de septiembre cuando se intensificó y se convirtió en tormenta tropical, justo en la latitud 15.4°N y longitud 58.3°O. Desde este punto comenzó una intensificación más notable, hasta alcanzar la fuerza de huracán categoría 1, el 9 de septiembre. Cruzó la región suroeste del país, una trayectoria opuesta a Hugo. Pese a la diferencia en intensidad de estos dos huracanes, el cuadrante noreste de Hortensia fue el que afectó a Puerto Rico, generando cantidades excesivas de lluvias, de sobre 20 pulgadas a través del este-interior y entre 10 y 15 pulgadas en dos terceras partes del país. A raíz de este evento de lluvia, se reportaron alrededor de 20 muertes, por ahogamiento y deslizamientos de terreno. Las pérdidas asociadas a Hortensia ascendieron a más de $120 millones, la mayoría en el sector agrícola y a raíz de las inundaciones que provocó. Sus vientos no desataron grandes daños, y quizás por eso, su azote no ha quedado muy marcado en la memoria de los puertorriqueños.
Dos años más tardes, en 1998, un nuevo huracán revivió las vivencias de Hugo. Se trata del huracán Georges, un poderoso huracán que surgió de una vigorosa onda tropical durante la segunda semana de septiembre. Georges fue el séptimo sistema de la temporada del 1998, en la cual se desarrollaron un total de 14 ciclones. Fue clasificado como ciclón el 15 de septiembre en la latitud 9.7°N y longitud 25.1°O y nombrado al día siguiente como tormenta tropical. Su movimiento fue principalmente hacia el oeste-noroeste. A través de su trayectoria alcanzó fuerza de huracán categoría 4, el 19 de septiembre, a unas 285 millas náuticas al este de Guadalupe. Estas características convierten a Georges en un ciclón tipo Cabo Verde; esto es, un ciclón que se desarrolla a 600 millas o menos de las Islas de Cabo Verde, al oeste de África, y que se convierte en huracán antes de llegar a la región del Caribe. Desde ese entonces, vientos cortantes al noreste del sistema debilitaron su estructura, descendiendo a la categoría 3 cuando azotó a la primera isla: Antigua. Le siguieron Saint Kitts y Nevis.
Georges tenía una fuerza similar a Hugo en su punto más cercano a la isla, pero una ruta aún más peligrosa ya que estaba en una latitud más baja y con un movimiento al oeste-noroeste en dirección a Puerto Rico. Fue la tarde del 21 de septiembre que la isla recibió el azote de este huracán con vientos de 115 mph (justo donde inicia la clasificación de categoría 3), ráfagas de 150 mph y una presión barométrica de 967 milibares. Su ojo, de alrededor de 20 millas de diámetro, entró por el sureste de la isla, entre Yabucoa y Maunabo. Siguió un curso hacia el oeste-noroeste, moviéndose a través del interior de Puerto Rico; luego tomó un rumbo ligeramente al oeste-suroeste, hasta salir por el norte de Cabo Rojo. En su trayectoria por la isla, se debilitó a categoría 2 con vientos de 110 mph. Una vez llegó al Canal de la Mona, recuperó fuerzas de categoría 3. Posteriormente, se dirigió a República Dominicana con esa intensidad, debilitándose nuevamente hasta la categoría 1, mientras se movía a través del centro de La Española y mitad este de Cuba. Una vez sale hacia el norte Cuba, cobra fuerzas de categoría 2 y pasa al sur de la Península de Florida, sin azote directo. Fue el estado de Mississippi que recibió un impacto directo, el 28 de septiembre de 1998. En total, fueron 7 azotes de este huracán a través de las Antillas y 8 a lo largo de toda su trayectoria.
En el caso de Puerto Rico, este poderoso huracán desató un evento extraordinario de precipitación. Los valores más extremos se manifestaron a través del interior de Puerto Rico y la mitad oeste de la isla, cuyos registros fueron de 10 a 30 pulgadas. El valor más alto reportado fue en Jayuya, con 30.51 pulgadas, en poco menos de 48 horas. Además, se registraron 3 tornados durante su paso: cerca de Vieques, entre Orocovis y Barranquitas y en Jayuya. Los vientos con ráfagas más fuertes reportados fueron de 107 mph y 93 mph, también en Roosevelt Roads y en el aeropuerto en San Juan, como lo fue en el caso de Hugo. Otras estaciones no oficiales registraron 98 mph en Quebradillas y 130 mph en Rincón. Los valores sostenidos fluctuaron entre 79 y 100 mph. Por otra parte, la marejada ciclónica fue de hasta 10 pies en Fajardo, aunque también hubo mucho daño a viviendas y carreteras en la zona oeste a raíz de la marejada.
Se reportaron alrededor de una decena de muertes a causa del huracán, mientras que se habilitaron cerca de 400 refugios que sirvieron de apoyo para más de 29,000 personas. Según informes preliminares, los daños a nivel local ascendieron a sobre $1 billón. Esta cifra fue revisada y, en total, las pérdidas ascendieron a casi $6 billones, mayormente por el impacto a residencias y a estructuras. La isla perdió el 75% de la cosecha de café, un 95% de los cultivos de plátano y guineo y el 65% del sector avícola. La pérdida de equipo producción de agricultura se estimó en cerca de $213 millones. En el caso de las viviendas, unas 28,000 casas fueron destruidas por completo y cerca de 72,600 fueron parcialmente destruidas. El daño a las casas de madera y zinc fue significativo. En Culebra, por ejemplo, 74 casas fueron totalmente destruidas y 89 fueron parcialmente dañadas. Por otra parte, las escuelas públicas sufrieron un daño estimado de entre $20 y $25 millones. Respecto a los servicios básicos, el 99% de los abonados de la Autoridad de Energía Eléctrica quedaron sin electricidad y un 77% de los abonados de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados quedaron sin agua potable. Según estimados de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés), los daños a la infraestructura eléctrica ascendieron a unos $350 millones y a $22 millones en la infraestructura de telecomunicaciones.
Hasta el 2017, Georges había sido el huracán más devastador en azotar a la isla desde el 1932, cuando la isla recibió el impacto de San Ciprián. La situación con el agua potable y el hielo, por ejemplo, fue similar a la que tuvimos el año 2017 con el paso del huracán María. En un comunicado de FEMA del 24 de septiembre de 1999, emitido luego de que Georges fuera clasificado como un desastre mayor, dice: “FEMA está respondiendo a las solicitudes de agua, hielo, energía de emergencia y vivienda. Aproximadamente 427,000 galones de agua y 600,000 libras de hielo han llegado; otros 200,000 galones de agua y 100,000 libras de hielo están programados para su entrega a partir de hoy. Se está distribuyendo agua y hielo a través de toda la isla. El servicio de agua se está restaurando ya que las instalaciones de bombeo establecen energía de emergencia, pero se emitió una orden de hervir agua para toda la isla debido a preocupaciones sobre una posible contaminación”.
Sin lugar a duda, los efectos de Georges fueron muy marcados y similares a los experimentados tras el paso de María en el 2017. Debido a sus impactos significativos a través de la isla, Georges fue nombrado por algunos como “El Terrible”.
Hugo surgió como depresión tropical el 10 de septiembre en la latitud 13.2°N y longitud 20.0°O. La noche del 11 de septiembre fue catalogado como tormenta y el día 13 alcanzó la clasificación de huracán categoría 1. El huracán continuó fortaleciéndose mientras se movía mayormente al oeste hasta llegar a la categoría 5 con vientos de 160 mph y una presión barométrica de 918 milibares, justo al este de las Antillas Menores (latitud 14.6° N, longitud 54.6°O). Fue en este punto cuando el sistema inició un curso hacia el noroeste. Este cambio en el movimiento de traslación fue a raíz de un sistema de baja presión, asociado a una vaguada, ubicado en aquel entonces al norte de Puerto Rico. La misma debilitó a un anticiclón (alta presión) que dominaba tanto al Atlántico como también el movimiento de traslación el huracán. Mientras evolucionaba este patrón meteorológico complejo, Hugo iba incrementando en latitud y perdiendo un poco de fuerza hasta llegar a las primeras islas en azotar –Guadalupe y Monserrat– en la madrugada del 17 de septiembre. El huracán azotó a las islas con intensidad de categoría 4, con vientos estimados de 140 mph.
Durante las primeras horas del día siguiente, su centro entró a Santa Cruz con vientos de 125 mph (categoría 3). Esa mañana del 18 de septiembre, azotó a la isla municipio de Vieques, también como un huracán categoría 3 con vientos entre 115 y120 mph. En la isla grande, municipios del este recibieron el paso de la pared del ojo de Hugo: entró al sur de Fajardo, se movió a través del noreste, donde se ubica nuestro Bosque Nacional, y salió en un periodo de aproximadamente 4 horas, a través de las costas de Río Grande y Loíza. Sin lugar a duda, la interacción con el relieve de Puerto Rico, en particular con El Yunque, generó cambios en su estructura: un debilitamiento gradual a categoría 2 (105 mph) y la carencia de un ojo definido en las imágenes del satélite.
Habían trascurrido 57 años desde el azote directo de un huracán intenso en la isla; siendo el último el huracán de categoría 3, San Ciprián, el 26 de septiembre de 1932. El paso de Hugo generó una precipitación de entre 1 y 5 pulgadas. Pese a que las acumulaciones de lluvia no fueron extraordinarias comparado con otros ciclones de impacto directo, hubo zonas aisladas donde se registró precipitación de entre 10 y 15 pulgadas y, en la cuenca del Río Blanco, se registraron hasta 17.6 pulgadas. Precisamente, fueron las zonas con mayor registro las que recibieron el paso directo del huracán: Vieques y el este de Puerto Rico. Estos eventos localizados resultaron en más de 200 derrumbes, la mayoría de estos en el cuadrante noreste del país, en la periferia de El Yunque, donde también hubo defoliación muy marcada. Cabe destacar que durante los 3 meses siguientes al azote de Hugo gran parte de la isla registró anomalías negativas (déficit) en precipitación. En relación al viento, la ráfaga más alta registrada fue de 170 mph en Culebra, en una embarcación. Esto coincide con el cuadrante noreste del sistema, donde generalmente se localizan las condiciones más extremas de estos fenómenos. En Puerto Rico se obtuvo una lectura de ráfagas de 120 mph en la Base Roosevelt Roads en Ceiba y de 90 mph en el aeropuerto en San Juan. Por otro lado, la marejada ciclónica asociada a este huracán fluctuó entre 4 y 7 pies a través de la isla.
En términos de daños, se estimó $1 billón en daños a estructuras, siendo Vieques, Culebra, Naguabo, Ceiba, Fajardo y Luquillo los municipios más afectados. Cerca de 100,000 personas fueron refugiadas, de las cuales más de 10,000 perdieron todos sus bienes. El Gobierno federal otorgó sobre $535 millones en fondos de emergencia, los cuales abarcaron personal de recuperación y mitigación de emergencia, ayuda a reparación de viviendas, servicios médicos, servicios forestales y desempleo. El Gobierno local, dirigido en aquel entonces por Rafael Hernández Colón, emitió sobre $131 millones en fondos, la mayoría para préstamos de emergencia, obras públicas y ayudas a agricultores. Por su parte, la Cruz Roja emitió cerca de $45 millones, la mayoría destinados a la agricultura, pagos de seguros y reconstrucción de carreteras. Hugo se catalogó, en aquel entonces, como el huracán más costoso para el Gobierno estatal y federal.
A pesar de su magnitud, las muertes asociadas al evento fueron mínimas: se reportaron solo 2 muertes de manera directa. Estas personas se encontraban en las costas de Culebra y Fajardo, falleciendo en el azote. Cerca de una decena de muertes fueron registradas después del huracán, siendo en su mayoría empleados de la Autoridad de Energía Eléctrica. Se reportaron daños a la agricultura, avicultura y horticultura en dos terceras partes de Puerto Rico. Por otro lado, el embalse de Carraízo también tuvo problemas a raíz de un fallo eléctrico, pero este no resultó en mayores contratiempos y se corrigió poco después de una semana. Hugo afectó significativamente el Bosque Nacional El Yunque. Ejemplos de efectos inmediatos incluyeron altos niveles de defoliación y daños a árboles de gran altura. Su fauna, en particular las aves, sufrieron disminuciones poblacionales debido a la falta de alimentos y habitáculo. El impacto de Hugo en el Yunque, de hecho, generó una gran cantidad de investigación científica que resultó en un mejor entendimiento del efecto de sistemas ciclónicos en bosques tropicales.
Una vez Hugo se retiró de la región del Caribe, el 19 de septiembre de 1989, el huracán fue dominado por una baja presión ubicada hacia el sureste de Estados Unidos. Esta forzó un movimiento más al noroeste por un periodo de 3 días, en el cual el sistema recuperó fuerzas y alcanzó la categoría 4 nuevamente. Con su furia, azotó a Carolina del Sur generando sobre $7 billones en pérdidas.
A siete años del paso de Hugo, el 10 de septiembre de 1996, Puerto Rico se vio amenazado por otro huracán: Hortensia. Fue el 3 de septiembre que surgió una depresión tropical en la latitud 14.9°N y longitud 41.0°O. Este sistema se mantuvo como depresión tropical por varios días, hasta el 7 de septiembre cuando se intensificó y se convirtió en tormenta tropical, justo en la latitud 15.4°N y longitud 58.3°O. Desde este punto comenzó una intensificación más notable, hasta alcanzar la fuerza de huracán categoría 1, el 9 de septiembre. Cruzó la región suroeste del país, una trayectoria opuesta a Hugo. Pese a la diferencia en intensidad de estos dos huracanes, el cuadrante noreste de Hortensia fue el que afectó a Puerto Rico, generando cantidades excesivas de lluvias, de sobre 20 pulgadas a través del este-interior y entre 10 y 15 pulgadas en dos terceras partes del país. A raíz de este evento de lluvia, se reportaron alrededor de 20 muertes, por ahogamiento y deslizamientos de terreno. Las pérdidas asociadas a Hortensia ascendieron a más de $120 millones, la mayoría en el sector agrícola y a raíz de las inundaciones que provocó. Sus vientos no desataron grandes daños, y quizás por eso, su azote no ha quedado muy marcado en la memoria de los puertorriqueños.
Dos años más tardes, en 1998, un nuevo huracán revivió las vivencias de Hugo. Se trata del huracán Georges, un poderoso huracán que surgió de una vigorosa onda tropical durante la segunda semana de septiembre. Georges fue el séptimo sistema de la temporada del 1998, en la cual se desarrollaron un total de 14 ciclones. Fue clasificado como ciclón el 15 de septiembre en la latitud 9.7°N y longitud 25.1°O y nombrado al día siguiente como tormenta tropical. Su movimiento fue principalmente hacia el oeste-noroeste. A través de su trayectoria alcanzó fuerza de huracán categoría 4, el 19 de septiembre, a unas 285 millas náuticas al este de Guadalupe. Estas características convierten a Georges en un ciclón tipo Cabo Verde; esto es, un ciclón que se desarrolla a 600 millas o menos de las Islas de Cabo Verde, al oeste de África, y que se convierte en huracán antes de llegar a la región del Caribe. Desde ese entonces, vientos cortantes al noreste del sistema debilitaron su estructura, descendiendo a la categoría 3 cuando azotó a la primera isla: Antigua. Le siguieron Saint Kitts y Nevis.
Georges tenía una fuerza similar a Hugo en su punto más cercano a la isla, pero una ruta aún más peligrosa ya que estaba en una latitud más baja y con un movimiento al oeste-noroeste en dirección a Puerto Rico. Fue la tarde del 21 de septiembre que la isla recibió el azote de este huracán con vientos de 115 mph (justo donde inicia la clasificación de categoría 3), ráfagas de 150 mph y una presión barométrica de 967 milibares. Su ojo, de alrededor de 20 millas de diámetro, entró por el sureste de la isla, entre Yabucoa y Maunabo. Siguió un curso hacia el oeste-noroeste, moviéndose a través del interior de Puerto Rico; luego tomó un rumbo ligeramente al oeste-suroeste, hasta salir por el norte de Cabo Rojo. En su trayectoria por la isla, se debilitó a categoría 2 con vientos de 110 mph. Una vez llegó al Canal de la Mona, recuperó fuerzas de categoría 3. Posteriormente, se dirigió a República Dominicana con esa intensidad, debilitándose nuevamente hasta la categoría 1, mientras se movía a través del centro de La Española y mitad este de Cuba. Una vez sale hacia el norte Cuba, cobra fuerzas de categoría 2 y pasa al sur de la Península de Florida, sin azote directo. Fue el estado de Mississippi que recibió un impacto directo, el 28 de septiembre de 1998. En total, fueron 7 azotes de este huracán a través de las Antillas y 8 a lo largo de toda su trayectoria.
En el caso de Puerto Rico, este poderoso huracán desató un evento extraordinario de precipitación. Los valores más extremos se manifestaron a través del interior de Puerto Rico y la mitad oeste de la isla, cuyos registros fueron de 10 a 30 pulgadas. El valor más alto reportado fue en Jayuya, con 30.51 pulgadas, en poco menos de 48 horas. Además, se registraron 3 tornados durante su paso: cerca de Vieques, entre Orocovis y Barranquitas y en Jayuya. Los vientos con ráfagas más fuertes reportados fueron de 107 mph y 93 mph, también en Roosevelt Roads y en el aeropuerto en San Juan, como lo fue en el caso de Hugo. Otras estaciones no oficiales registraron 98 mph en Quebradillas y 130 mph en Rincón. Los valores sostenidos fluctuaron entre 79 y 100 mph. Por otra parte, la marejada ciclónica fue de hasta 10 pies en Fajardo, aunque también hubo mucho daño a viviendas y carreteras en la zona oeste a raíz de la marejada.
Se reportaron alrededor de una decena de muertes a causa del huracán, mientras que se habilitaron cerca de 400 refugios que sirvieron de apoyo para más de 29,000 personas. Según informes preliminares, los daños a nivel local ascendieron a sobre $1 billón. Esta cifra fue revisada y, en total, las pérdidas ascendieron a casi $6 billones, mayormente por el impacto a residencias y a estructuras. La isla perdió el 75% de la cosecha de café, un 95% de los cultivos de plátano y guineo y el 65% del sector avícola. La pérdida de equipo producción de agricultura se estimó en cerca de $213 millones. En el caso de las viviendas, unas 28,000 casas fueron destruidas por completo y cerca de 72,600 fueron parcialmente destruidas. El daño a las casas de madera y zinc fue significativo. En Culebra, por ejemplo, 74 casas fueron totalmente destruidas y 89 fueron parcialmente dañadas. Por otra parte, las escuelas públicas sufrieron un daño estimado de entre $20 y $25 millones. Respecto a los servicios básicos, el 99% de los abonados de la Autoridad de Energía Eléctrica quedaron sin electricidad y un 77% de los abonados de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados quedaron sin agua potable. Según estimados de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés), los daños a la infraestructura eléctrica ascendieron a unos $350 millones y a $22 millones en la infraestructura de telecomunicaciones.
Hasta el 2017, Georges había sido el huracán más devastador en azotar a la isla desde el 1932, cuando la isla recibió el impacto de San Ciprián. La situación con el agua potable y el hielo, por ejemplo, fue similar a la que tuvimos el año 2017 con el paso del huracán María. En un comunicado de FEMA del 24 de septiembre de 1999, emitido luego de que Georges fuera clasificado como un desastre mayor, dice: “FEMA está respondiendo a las solicitudes de agua, hielo, energía de emergencia y vivienda. Aproximadamente 427,000 galones de agua y 600,000 libras de hielo han llegado; otros 200,000 galones de agua y 100,000 libras de hielo están programados para su entrega a partir de hoy. Se está distribuyendo agua y hielo a través de toda la isla. El servicio de agua se está restaurando ya que las instalaciones de bombeo establecen energía de emergencia, pero se emitió una orden de hervir agua para toda la isla debido a preocupaciones sobre una posible contaminación”.
Sin lugar a duda, los efectos de Georges fueron muy marcados y similares a los experimentados tras el paso de María en el 2017. Debido a sus impactos significativos a través de la isla, Georges fue nombrado por algunos como “El Terrible”.
Referencias consultadas y otros recursos de interés
Avila, L.A. 1996. “Preliminary Report Hurricane Hortense 3-16 September 1996”. National Atmospheric and Oceanic Administration National Hurricane Center.
Caldera Ortiz, L. 2017. Historia de los ciclones y huracanes tropicales en Puerto Rico. Coamo, Puerto Rico: Editoral El Jagüey.
Federal Emergency Management Agency. 1999. “FEMA 339, Building Performance Assessment Team (BPAT) Report - Hurricane Georges in Puerto Rico”. (https://www.fema.gov/media-library/assets/documents/615).
Federal Emergency Management Agency. 1999. “Hurricane George in Puerto Rico: Observations, Recommendations, and Technical Guidance”.
Guiney, J.L. 1999. “Preliminary Report Hurricane Georges 15 September - 01 October 1998”. National Atmospheric and Oceanic Administration National Hurricane Center.
Larsen, M.C. y Torres-Sánchez, A.J. 1992. “Landslides triggered by Hurricane Hugo in eastern Puerto Rico, September 1989”. Caribbean Journal of Science 28 (3-4): 113-125.
Miner Solá, E. 2000. Historia de los huracanes en Puerto Rico. San Juan, Puerto Rico: First Book Publishing.
National Weather Service. 1989. “Hurricane Hugo: September 10-22, 1989.” National Atmospheric and Oceanic Administration. (https://www.weather.gov/ilm/HurricaneHugo).
National Weather Service. 1998. “Hurricane Georges - September 28, 1998.” National Atmospheric and Oceanic Administration. (https://www.weather.gov/mob/georges).
Scatena, F.N. y Larsen, M.C. 1991. “Physical Aspects of Hurricane Hugo in Puerto Rico”. Biotropica 23 (4a): 317-323.
Smith, J.A., Sturdevant-Rees, P., Baeck, M.L. y Larsen, M.C. 2005. "Tropical cyclones and the flood hydrology of Puerto Rico". Water Resources Research 41: 1-16.
U.S. Geological Survey. 1998. “El USGS provee información vital sobre precipitación y caudales durante el Huracán Georges”. Comunicado de prensa (https://pr.water.usgs.gov/public/press_release/pr19980930_es.html).
Caldera Ortiz, L. 2017. Historia de los ciclones y huracanes tropicales en Puerto Rico. Coamo, Puerto Rico: Editoral El Jagüey.
Federal Emergency Management Agency. 1999. “FEMA 339, Building Performance Assessment Team (BPAT) Report - Hurricane Georges in Puerto Rico”. (https://www.fema.gov/media-library/assets/documents/615).
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Larsen, M.C. y Torres-Sánchez, A.J. 1992. “Landslides triggered by Hurricane Hugo in eastern Puerto Rico, September 1989”. Caribbean Journal of Science 28 (3-4): 113-125.
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National Weather Service. 1998. “Hurricane Georges - September 28, 1998.” National Atmospheric and Oceanic Administration. (https://www.weather.gov/mob/georges).
Scatena, F.N. y Larsen, M.C. 1991. “Physical Aspects of Hurricane Hugo in Puerto Rico”. Biotropica 23 (4a): 317-323.
Smith, J.A., Sturdevant-Rees, P., Baeck, M.L. y Larsen, M.C. 2005. "Tropical cyclones and the flood hydrology of Puerto Rico". Water Resources Research 41: 1-16.
U.S. Geological Survey. 1998. “El USGS provee información vital sobre precipitación y caudales durante el Huracán Georges”. Comunicado de prensa (https://pr.water.usgs.gov/public/press_release/pr19980930_es.html).